De momento son doce los obreros convertidos en dueños y señores de los primeros 3.000 metros cuadrados que se están rehabilitando en la planta baja del antiguo Hospital Provincial San Sebastián. Pronto se sumarán otros cinco. La vida ha vuelto a este edificio de más de 20.000 metros cuadrados situado en el corazón del Casco Antiguo, que dejó de latir como instalación sanitaria hace 15 años y entró en coma profundo, aunque inducido.

Es ilusionante. Quien haya seguido la trayectoria indefinida de este inmueble no puede más que sentir ilusión por el camino certero que acaba de emprender este lugar, aunque siga habiendo voces que discrepen del primer uso que se le va a dar: un mercado gourmet. Si seguimos discutiendo a qué se dedica este inmenso espacio situado entre las plazas más transitadas de Badajoz, el tiempo continuará corriendo en su contra, pues dejar vacío el antiguo hospital sólo conlleva deterioro o que haya que invertir miles de euros para mantenerlo en pie, entero pero sin uso.

La experiencia dará o quitará la razón a los que se han empecinado en sacar el proyecto inicial adelante. Un mercado gourmet puede ser una idea maravillosa que de verdad revitalice este enorme inmueble. Existen temores comprensibles en contra. Nunca se sabrá si la idea es brillante si no se pone en práctica. Es verdad que otras experiencias exitosas como el Mercado de San Miguel de Madrid no son comparables, porque ni la población de la capital del reino ni los visitantes que recibe a diario tienen parangón con la actividad que genera Badajoz. Cada una en su medida. Todo dependerá de que la diputación, que hasta ahora ha dado muestras de su compromiso inquebrantable de recuperar este edificio, cuyo futuro -no así su salud- estaba en los estertores, acierte con el modelo de gestión y, si finalmente es una empresa privada la que se encarga, que sea profesional y con una trayectoria demostrada.

A los pacenses nos gusta salir a la calle, tapear y comer fuera de casa. Cualquier excusa es buena para agarrar el bolso y disfrutar del tiempo libre en el entramado urbano. Las cifras de Almossassa o de la Noche en Blanco son incontestables. No cabía un alfiler. 18.000 tapas se sirvieron en la plaza de Conquistadores el fin de semana pasado por la cita gastronómica Sabor, a pesar de los fallos organizativos, pues no había mesas y barras suficientes, la cerveza en vaso de plástico no es cerveza y el precio de las tapas no era ningún chollo.

Si la idea del mercado gourmet se pone en marcha sin escatimar esfuerzos y recursos, se animan hosteleros de profesionalidad contrastada que ofrezcan una relación calidad precio de su producto competitiva y apetitosa y se consigue un ambiente acogedor, cómodo y atractivo, el objetivo puede alcanzarse. El centro de Badajoz ganaría un nuevo y lujoso espacio para atraer clientela, de la que al mismo tiempo podría nutrirse el comercio y la hostelería del entorno.

Es ilusionante. Ver cómo el edificio recupera su antiguo esplendor y se desprende de los añadidos que ha incorporado a lo largo de su historia es ilusionante. Hay que recordar que desde que se fueron los últimos enfermos, han sido muchas las ideas que se han lanzado sobre su uso y ninguna, hasta ahora, se ha materializado con dinero sobre la mesa. Pudo ser Palacio de Justicia y ya hay un edificio nuevo a punto de terminarse en Ronda Norte. Pudo ser Parador Nacional pero la crisis arrastró esta opción. Pudo ser un geriátrico y ya está en marcha la ampliación de la residencia de La Granadilla. Pudo ser y es ahora cuando de verdad va a ser.