TLto que les cuento lo vi el pasado viernes 17, a las 12.00 de la mañana. Esto es, a medio día. En una calle del casco antiguo, con salida a la plaza de España, donde florecen los bares, donde los suelos de granito y mármol están costrosos y la conducción central, cubierta, acumula tanta basura que, entre lluvia y lluvia, hiede, en espera de atascarse y provocar daños a los vecinos. De repente apareció una maquinita aspersora. Iba escoltada por una limpiadora municipal --una, que yo viese--.

A esas horas alguno de los propietarios de bares había desplegado ya sus mesas y sillas. En una vía de menos de cuatro metros, hasta dos filas de mesas que, con frecuencia, impiden el paso. A eso le llama el concejal responsable tolerancia cero. Pues bien, la máquina comenzó a lanzar chorros de agua, quizás también de detergente, sin que la infantería hubiese barrido antes. Un éxito táctico.

Luego, el primero de los dueños de locales, con sus mesas sobre el firme, contemplaba la escena sin intención aparente de retirarlas. Eran las 12.15 y eso no eran horas. El ingenio maléfico acabó por embestir contra las mesas y, sólo entonces, dueño y auxiliar de maquinista comenzaron a recogerlas. Pero, ¡oh sorpresa!, sólo se limpiaron unos metros más. La máquina se retiró y eso fue todo. ¿Y el resto de la calle? Misterio. Extendieron arena, para evitar resbalones. ¿Qué me dicen ustedes? Lo cuento como lo vi. Y no fui el único.

Al parecer, alguien, en el palacio municipal, está pensando limpiar esta Badajoz churretosa, porque el clamor ya llega al cielo. Y, como de costumbre, mientras piensan en la milagrosa privatización del servicio, amagan con adecentar. Pero eso no son maneras. No se limpia con agua y jabón una calle céntrica y peatonal a medio día. No se hace sin avisar antes a los hosteleros, quienes, con derecho o no, ya han montado sus terrazas para aprovechar los últimos días de buen tiempo. Y, sobre todo, no se limpian sólo los primeros metros de una calle. Se limpia toda, todos los días y a horas de poco tránsito. Y, además, no se rompen las losas con la máquina y se dejan tal cual, sin preocuparse más. Es demasiada torpeza acumulada. Y ya va siendo hora de que el ayuntamiento haga algo serio aparte de aparecer compungido. A lo mejor, lo que yo vi fue un ensayo del día D. Ese que dejará, en un solo día, a Badajoz como los chorros del oro.