Artes marciales, ballet clásico, acrobacias, flamenco, música sinfónica, rock y un toque de humor se dan la mano en el último espectáculo de Los Vivancos, Nacidos para bailar, que se presenta mañana en Badajoz con una sesión doble en el teatro López de Ayala (18.45 y 21.30 horas).

La compañía formada por seis hermanos lleva al límite la fusión en este espectáculo, para la que han contado con el asesoramiento de un ingeniero espacial de la Nasa. Bailan suspendidos de hilos invisibles, envueltos en luces led y a alturas de vértigo. «Este es un espectáculo más arriesgado, no solo como propuesta escénica, sino también para nuestra integridad física», explica Elías, uno de los seis hermanos Vivancos, sobre este nuevo proyecto, su tercera gran producción tras Siete hermanos y Aeternum. Dan una vuelta de tuerca más, pero no con el espíritu de innovar solo para sorprender, pues ya han dado sobradas muestras de su talento, sino porque «es lo que somos, esa gran alquimia», cuenta.

Elías reconoce que separar la parte personal y laboral «no es fácil», pero ellos han sabido entenderse y remar en la misma dirección. En la compañía no hay jefes, todos tienen «voz y voto», pero su mayor fortaleza, según asegura, es precisamente «ese sueño conjunto» que desde niños tenían estos seis hermanos por trabajar en un proyecto común. «Por eso elegimos el nombre de Vivancos, es nuestro apellido. No sabíamos si montaríamos un circo, una orquesta, una compañía, pero sí que fuera lo que fuese lo haríamos juntos».

Además de la parte artística, Los Vivancos producen sus propios espectáculos. Es un plus de trabajo y responsabilidad, pero también les da «absoluta libertad» para hacer sobre el escenario lo que realmente quieren mostrar al público. «Hemos visto que la fórmula funciona».

Llevan diez años de gira ininterrumpida y mañana visitan por segunda vez Badajoz tras haber triunfado en más de 35 países.