Era una prestación necesaria y está cumpliendo su función. Prueba de ello es que la vivienda destinada a familiares con niños ingresados en el Hospital Materno Infantil de Badajoz ha llegado a tener lista de espera. Este espacio de acogida temporal funciona desde el 3 de noviembre del año pasado en una casa de Ciudad Jardín, regentada por la compañía Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, la misma congregación que se encarga del comedor social de la calle Martín Cansado. El servicio se puso en marcha mediante un convenio con el Servicio Extremeño de Salud (SES). Hasta la semana pasada, por esta vivienda han pasado 27 familias que tenían niños hospitalizados.

En la mayoría de los casos, se alojan dos personas por enfermo, que se van turnando, aunque a veces solo uno, pero no es lo menos habitual. Se trata de una vivienda unifamiliar que cuenta con dos plantas con varios cuartos de baño, espacios comunes como la cocina y el salón y cinco dormitorios independientes (tres dobles y dos individuales). Uno de ellos dispone de cuna, que en este tiempo ha llegado a utilizarse por una madre que tenía a un menor ingresado en el Materno y le estaba dando el pecho a otro hijo.

La vivienda funciona mediante un convenio de colaboración con el SES de forma que las trabajadoras sociales del hospital detectan los casos o las familias se acercan a ellas, que realizan una valoración para comprobar que cumplen los requisitos para acceder a este alojamiento. El principal es que procedan de otras localidades de la región y no tengan suficiente red familiar para turnarse y poder ir y volver a su municipio de origen.Estos padres tienen a su disposición, como el resto de parientes de enfermos hospitalizados en el complejo Infanta Cristina, la residencia de familiares Martín Caballero, situada junto al Infanta y la facultad de Medicina. Pero está a una distancia de 3 kilómetros del Materno, por lo que no es una opción para los padres de niños ingresados que quieren estar cerca de sus hijos y además el traslado les puede plantear problemas. Por otro lado, en el caso de bebés prematuros, las madres tienen que estar cada tres horas y están constantemente yendo y viniendo al hospital. La vivienda de las Hijas de la Caridad está a 5 minutos del Materno. Buscar otro alojamiento supone a los padres un gasto enorme porque tendrían que quedarse en un hotel o alquilar un piso.

La vivienda de acogida está casi siempre llena. Ha habido semanas con menos usuarios, pero ha llegado a tener lista de espera. El tiempo de uso varía. Una familia permaneció durante cuatro meses, pues se dan situaciones muy complicadas. Esta prestación no tiene límite de tiempo, aunque se revisa cuando transcurren tres meses. «Si vemos que la situación es clara y que el menor necesita estar hospitalizada, no se les dice nada», explica la responsable, María Antonia Torregrosa. Las circunstancias son muy diversas. Los padres con niños en la UCI ocupan las habitaciones dobles porque el menor no tiene habitación donde puedan quedarse por la noche sus familiares. Si no tuviesen esta opción, tendrían que permanecer en la sala de espera. Cuando el enfermo ingresa en la planta, uno de los padres ya se queda con él y el otro tiene acceso para descansar en esta vivienda y se turnan. Para ellos se utilizan las habitaciones individuales. Se han dado casos también en los que la madre ha estado ingresada porque ha tenido problemas en el parto y es el padre el que se aloja.

En la vivienda se pueden quedar al mismo tiempo 10 personas. Los alojados tienen derecho a cocina y pueden lavar su ropa. No les proporcionan los productos de aseo personal pero sí las sábanas y toda la ropa de cama. En estos momentos el SES no aporta nada material. Se trata de un convenio de colaboración y ambas partes se reúnen periódicamente para intentar mejorar la asistencia. La coordinación es diaria pues se comunican las habitaciones que van quedando libres y la demanda. Los usuarios tienen llave y sólo existe un horario para facilitar la limpieza: deben salir de lunes a viernes, entre las 9.00 y las 12.00 horas.

La congregación ocupa la vivienda anexa a la de acogida. María Antonia Torregrosa señala que se ha demostrado que era un recurso muy necesario. Las trabajadoras sociales se habían percatado de que había que buscar una solución, pues muchos padres no querían alojarse lejos de sus hijos.