Todos aquéllos que quieran pasarse por la zona del ancla de Santa Marina pueden disfrutar de la experiencia --gratuita-- de vivir en primera persona un vuelo desde la perspectiva de un piloto de la Patrulla Aguila. El emulador, que estará expuesto hasta las 21.00 horas de hoy, es una estupenda oportunidad para percatarse de los detalles de las inverosímiles piruetas que hacen los acróbatas.

Algunos asistentes, como María González, lo calificaron de "un poco light, sin mucha adrenalina", pero como bien apuntaron las fuentes del Ejército del Aire encargadas de controlar el aparato, "esto no es una atracción de feria". Hacer palpitar los corazones de los turistas no es el objetivo.

Lo más sorprendente del viaje --que dura unos nueve minutos, aunque la sensación que produce estando en el interior parece más breve--, quizá sea comprobar la poca distancia que hay entre los aviones y cómo los pilotos manejan perfectamente el tiempo y el espacio para no tocarse.

Las instrucciones por radio, al estilo de la F-1, son, junto con vivir desde el prisma de un aviador sus tareas cotidianas en el aire, otro de los aspectos destacados. Los militares realizan con milimétrica exactitud los luppings , las roturas en estrella , el póker o el cruce francés , por citar algunos de los ejercicios. Las instrucciones que escuchan en la cabina vienen del líder de la patrulla o bien de un superior de la base.

El emulador C-101 recrea un vuelo por la Base Aérea de San Javier, en Murcia, y pretende imitar unas jornadas de entrenamiento, simulado a través de la pantalla.

Se inauguró el Día de las Fuerzas Armadas en Badajoz y, desde entonces, ha recorrido diferentes ciudades de la geografía española entre las que se encuentran León, Burgos, Gijón, o Granada; y a partir de este mes visitará --como si de una firma de discos de un cantante se tratara--, "todos los Corte Inglés de España", señaló Miguel Angel Luna, responsable de Relaciones Externas del centro comercial.

Desilusión

El interés inicial suscitado por el experimento, reflejado en la larga cola, las advertencias de la entrada y las palabras de algunos presentes, como Francisco Contador, quien afirmó "espero que me sorprenda; no es una cosa que se vea habitualmente", hacían presagiar una intensa experiencia.

Pero fue algo pasajero y las expectativas se tornaron en cierta decepción, tras comprobar que el vuelo no tenía apenas movimientos, ni turbulencias. "Es como ver una película", se mostraba desilusionado Alvaro Díaz. Mientras que María González, que se subió al emulador junto a su marido e hijos, confesaba: "No es gran cosa", mis niños ni siquiera se han tenido que agarrar". Un caso claro dónde la realidad, supera con creces a la ficción.