Miden de 2 a 3 milímetros, viven entre 23 y 30 días, y a partir de la próxima semana volverán a frecuentar las aulas de los colegios: son los piojos, unos parásitos diminutos que afectan sólo a las personas, especialmente a niños entre 3 y 10 años, y que suelen proliferar al final del verano y al inicio de la primavera.

"El piojo no salta ni vuela, se contagia por el contacto a través de gorros, bufandas, cascos, cintas o reposacabezas de los coches, sofás y sillas", según el presidente del Colegio de Farmacéuticos de Badajoz, Cecilio Venegas, que presentó la campaña educativa dirigida a los colegios y a los padres de los alumnos de Educación Infantil y Primaria que comenzó ayer. "El objetivo de esta campaña, que coincide con el inicio del curso escolar, es informar sobre los piojos y aconsejar sobre los tratamientos y las medidas higiénicas preventivas para evitar su reproducción". Se ofrecerá a los colegios la visita de farmacéuticos y un vídeo pedagógico.

La parte trasera de las orejas y las nucas son los lugares preferidos del piojo, "que se pasa a aquellas cabezas más apetecibles, que suelen ser las más limpias", según Cristina Gervasini, vocal del colegio.

Aunque existe la sensación de que ha aumentado la proporción de personas con piojos, "en realidad no hay estudios sobre esta cuestión, aunque se sabe que están afectados entre el 4% y el 15% de los niños en edad escolar".

"Es más frecuente en las niñas, quizás porque suelen llevar el cabello largo y comparten peines y otros accesorios para el pelo".

Es necesario saber que estos parásitos diminutos "no viven nunca sueltos en la melena, su hábitat es la cabeza, aunque también los hay en las cejas y en las pestañas, y la única prevención que existe es el no contagio". Por ello no hay que poner ningún tratamiento si no hay contagio, según los especialistas.

"Un síntoma claro de contagio es ver que el niño se rasca dormido". Una vez que se detectan hay que buscar en la farmacia un tratamiento adecuado. Lo más importante: "Desdramatizar y perder la vergüenza, el piojo no distingue posiciones socioeconómicas", según Cecilio Venegas.