Willy Wylazo (Olivenza, 1985) trabaja en estos momentos en las localizaciones para el videoclip de su canción Lion herido, que forma parte de su segundo disco, Corazón de fuego. Él mismo reconoce que es muy diferente a su primer trabajo, Resurgir (2017). «El primer disco fue mucho más rápido e improvisado», cuenta. El segundo se ha cocinado durante más de año y medio y el resultado son once temas, dos de ellos con producción digital.

Corazón de fuego se define «con el título», dice su autor, porque «es la pasión de un guerrero, un león que ruge y también diversión, alegría y música consciente». Es un compendio de temas y estilos. «Yo nunca hago un disco en el que hable o se dedique a algo específico», de hecho, en Corazón de fuego trata la colonización de Jamaica (Freedom), ha incluido una poesía dedicada a una pareja que tuvo hace diez años (Regalo divino) y hasta una cumbia cargada de humor (Mi mundo ideal). «Hay un poco de sabrosura y un poco de todo», resume.

Hay quien su forma de cantar le recuerda a Macado. Él no lo ve así y explica por qué. Reconoce que su voz -con numerosos registros- puede tener «ápices», pero señala que esa comparación la hacen quienes no suelen escuchar reggae y aduce que también Macaco cogió pinceladas de otros artistas de reggae de los 70 y los 80, jamaicanos y panameños. «Yo a Macaco no lo escucho nunca, escucho a James Brown, Jimmy Cliff, Jimi Hendrix, Peter Tosh, me gusta la buena música en general, la salsa, la música cubana...».

Ahora que ya está hecho, a lo que aspira es a que este segundo disco lo lleve «a tu alma». Al alma de quien lo escucha. «Y después a seguir, a darme a conocer, llegar a más gente, tocar en festivales y disfrutar de lo que uno hace, porque eso es muy difícil hoy en día». Lo tiene claro, quiere seguir viviendo de la música. «Mi padre fue mecánico con 13 años porque su madre lo puso, no creo que él lo quisiese a esa edad». Willy Wylazo quiere poder elegir y lo está haciendo, aunque reconoce que «poder vivir de algo que te gusta es bastante complicado». Se lo permite porque sigue tocando en la calle, una opción que al principio le costó, pero es un formato más para compartir su trabajo y su arte. Tiene claro el futuro: «Siempre me visualizo tocando en mil sitios, con expectativas altas, en muchos festivales, no sé si es que seré muy presuntuoso, pero aspiro a eso y creo que hay calidad para eso». Encaminado va. Ya tiene el disco y ahora, a moverlo «y a festivales y salas».