TNtos dicen que estaban preparando para 2.500 niños, que se habían apuntado 600, y que sólo han ido el primer día unos 270. Esto me recuerda cuando el Informe Foessa nos hablaba de cientos de miles de pobres en Extremadura, y el presidente Ibarra decía que no había más de mil, que eran los que habían solicitado las ayudas que el proponía, sostenía que donde había pobres de verdad era en Africa.

Ahora bien, que alguien lo esté pasando mal y tenga muchas dificultades, no significa que haya perdido su dignidad. Un alumno en una escuela va a aprender, estudiar, jugar y, si entra en el conjunto --lo necesita por razones diversas, no solo económicas-- y lo posibilitan, también come allí. Pero ir a la escuela --a la que le haya tocado en los barrios que sean-- sólo a comer, porque es pobre y pasa hambre, es otra cosa. Sobre todo, si todo esto se ha hecho a bombo y platillo, en discusiones y con toda la prensa como testigo, y no para ver las causas que llevan a este hecho, ni tampoco las consecuencias, sino solamente como una noticia estrella de verano.

Tengo que confesar que yo me imagino siendo un chaval consciente del tema y su planteamiento, y por mi amor propio y dignidad me hubiera negado a ir; hubiera preferido la escasez en mi casa y con mi familia, antes que el marco de niño pobre comiendo en un comedor para pobres. Se nos tenía que caer la cara de vergüenza, en un país rico como el nuestro, que desde el ámbito de la política o de cualquier otro, el remedio a una situación de crisis --injusta para tanta gente de la que tiene que ir al comedor-- sea volver a modos de la postguerra y de tiempo de hambruna en España; no he podido menos que recordar los comedores que nuestros misioneros pacenses tienen en los lugares más pobres de los campesinos peruanos. La renta básica está encontrando resistencias y dificultades, no me lo explico de ningún modo, porque esta sería la respuesta más digna y auténtica para esas situaciones de pobreza causadas especialmente por esta crisis.

De ningún modo comedores que señalan y marcan para toda la vida, no estamos en la posguerra ni en tiempos de hambrunas, ni en los espacios más pobres del Perú --donde tampoco deberían existir si hubiera entrañas en el mundo--. Acuerdo social ya, para responder urgentemente a estas situaciones, con la misma celeridad y empeño con los que se respondió a los "bancos necesitados", a los cuáles el pan se lo llevamos a su propia casa en silencio y con buenos cheques que pagamos entre todos, incluidos los padres de estos niños que ahora están invitados a los comedores "gratuitos". Y esto lo digo como ciudadano dispuesto a pagar más impuestos, siempre que desaparezcan todos los sobres que parecen ser que tenían mucho remite pero muy poca dirección, aunque llegaban a sus destinos.

XPOR CIERTO,x mi agradecimiento a todos los que cada día se preocuparán de que esa comida esté preparada y sea tan buena como la que todos tenemos en casa, a todos los que han dado el grito de alarma de qué iba a pasar con estos niños que todos los días hacían una buena comida --a veces única-- en el comedor escolar y han defendido que no se cerraran en verano . Pero siendo así hasta no estaría mal hacer comedores comunes para todos en el barrio o en la escuela para que todos pudiéramos comer según el hambre que tengamos y paguemos según el sueldo y riqueza que tenemos, y los podíamos hacer en las piscinas públicas y, a la vez, disfrutábamos de esos bienes públicos que pagamos entre todos. Si hacemos comedores que sean para todos y con dignidad.

¡Ni que decir tienen que todos los que están asistiendo siento que son sagrados para mí, y no soy digno de desatarles sus sandalias!

*José Moreno Losada