TCtada año cuando agosto se esconde hay dos cosas que recuerdo con melancólica nitidez: las correrías de aquellos adolescentes por la Nerja del verano azul que nos hacían soñar con nuestras propias vacaciones en La Antilla o Nazaré, en Figueira o Punta Umbría, en Chipiona o Fuengirola, en Viveiro o en el pueblo, y al Dúo Dinámico cantando que el final del verano llegó y tú partirás, identificando el tú con el calor, el sol, la playa, las cenas que se alargan, los días eternos, la montaña, los nuevos paisajes, los monumentos, los viajes, las miles de fotos en el móvil, las excursiones, los niños de acá para allá, los jóvenes descubriendo la noche, el moreno, el pescado, el barco, el camino de Santiago, las ferias y, por supuesto, algún amor de verano que casi no recordamos cómo llegó ni si realmente sucedió y, menos aún, si el tiempo nos permitirá recordar pero "nunca, nunca, nunca, nunca más sentiré tanta emoción como cuando a ti te conocí y el verano nos unió".

Un amor de verano es cualquier cosa o persona que nos haga sentir diferentes, especiales, mejores; que nos permita alcanzar emociones que no tienen otro momento ni lugar, que enciendan la chispa que el estrés, el invierno o la rutina amargan y anegan durante el año. Un amor de verano es una luz en el camino aunque este año ni ninguno hayas salido, aunque la piscina haya sido tu refugio, aunque no sea un ser humano. Es un poema, una carta, un guiño, una tarde que se hace noche, una cala escondida, un barco que te lleva, incluso un amor que acaba igual que llega. Puede ser en Rota o en Sierra de Gata, en Menorca o Esparragosa, en Porto Covo o Bolonia, en Sesimbra o Comporta, en Caparica, Barbate, Marbella, Aguadulce, Conil o Zahara. Pero no es la de los atunes sino la cantante la que nos recuerda que al llegar ni me miraste y, mientras sigue con la que, probablemente, sea la canción más triste del indie español, pienso en "cómo no pude darme cuenta que hay ascensores prohibidos, que hay pecados compartidos y que tú estabas tan cerca" como para que compartiéramos el mismo escenario y el mismo verano.