La más formidable revolución vivida en España en el siglo XX se produjo a partir de la muerte de Franco. El Rey lideró la reforma política, las cortes franquistas desaparecieron, los partidos iniciaron su actividad, la amnistía, la reconciliación y, finalmente, una Constitución que nos equiparó con las democracias occidentales. Por medio, un golpe de Estado, las víctimas del terrorismo y episodios de corrupción, a uno y a otro lado, que han resquebrajado la confianza en la política. Ahora, 40 años más tarde, hay quienes desean volver atrás, reinventar los hechos, reescribir lo sucedido, darle otra perspectiva, empezar de nuevo y llevarse por delante todo cuanto estorbe o no esté en consonancia con planteamientos que se dicen nuevos, más justos, más iguales, más libres, más de todos, pero que, en realidad, no deja de ser lo de siempre pero vestido por otros. Se trata de un juicio sumarísimo a la historia, las tradiciones y la cultura. Se trata de una colosal revisión donde nos juzguemos unos a otros, a unos más que a otros, donde unos hagan de tribunal inquisidor y otros de víctimas sin sentido.

Cambiando las reglas, el statu quo, los papeles. Echar a unos para ponerse otros. Empleando tácticas de adoctrinamiento, propaganda y manipulación. Ellos y nosotros, buenos y malos, da igual la coherencia, el respeto, la verdad, las hemerotecas o el sentido común, porque el maniqueísmo incorpora la demagogia y la demagogia se acompaña de la turbamulta mediática. Vivimos la época del mesianismo, de líderes con guardia mora en sus perfiles capaces de imponer su verdad y lapidar al resto.

Se condenan escritores, religiones, sistemas y políticas con la excusa de la regeneración pero todo resulta tan reconocible que asusta. Tras vivir dos guerras y una revolución y atender a miles de heridos, Yuri, el médico, el poeta, regresa a casa. Se encuentra una sociedad empobrecida, controlada, despiadada y perseguida. Un día, le visita su cruel hermano, un comisario político sin alma. Le avisa. «Tus poemas no gustan». El terror en la cara del doctor Zhivago es la antesala de la huida. Después, ya sabemos en qué acabó todo aquello del nuevo mundo. Ninotchka a Iranoff. Buljanoff y Kopalski: «Los juicios en masa han constituido todo un éxito. Quedarán menos rusos pero serán mejores».