Leo en El Periódico Extremadura que Cáceres se distancia de los 100.000 habitantes. Lo que en principio parece una noticia anecdótica, resulta ser un hervidero de comentarios negativos. No tengo la menor duda de que, desde el punto de vista administrativo-político, llegar a esa cifra supondría beneficios económicos y fiscales. Estoy dispuesto incluso a considerar concesiones lingüísticas porque cuando nos pregunten sobre el hecho en cuestión, ya no tendremos que responder "alrededor de" o "no llega a". Si me apuran, podría hasta debatir acerca de términos como "de hecho" o "de derecho", que más me recuerdan a la diferencia romana entre patricios y plebeyos que a otra cosa. Pero lo que no estoy dispuesto a admitir, así me maten, es que por ser 97 en vez de 100, o 100 en vez de 97, se puedan verter esos razonamientos pseudo sociológicos tan negativos.

Dice mi admirado Fernández Enguita que los centros educativos deben ser considerados como estados pequeños, y que, por lo tanto, debe aplicarse en ellos el ordenamiento legal con todas sus consecuencias. De igual forma nuestra ciudad, pequeña pero orgullosa, funciona en muchos aspectos como cualquier ciudad de las consideradas grandes, con sus ventajas y sus inconvenientes. Así, por ejemplo, podemos disfrutar de programaciones culturales a la altura de cualquier capital que se precie con el añadido de no tener que utilizar coche, ni aparcamiento, ni taxi para asistir a esos eventos. Pero desafortunadamente, no sólo se imitan los buenos comportamientos

Sea por mimetismo, sea porque es irremediable, de vez en cuando nos desayunamos con noticias más propias de capitales grandes en las que la lucha por la supervivencia política constituye un elemento más de las vicisitudes cotidianas. Yo creo que en lugares como el nuestro, en el que todo el mundo se conoce, cuesta un poquito más mantener comportamientos empecinados. Por eso, resulta difícil asimilar que una concejala cacereña que ha abandonado el grupo político por el que fue elegida, argumente la propiedad del acta para quedarse. ¿Será verdad que quiere quedarse para trabajar por los ciudadanos cacereños? ¿Quizá hasta que lleguemos a 100.000? Lo veremos.