En mayo del 2008 la Asociación Cacereña para la Protección y Defensa de los Animales, que había gestionado la perrera hasta principios de ese año, pudo volver a ocuparla tras unas obras de mejora en las instalaciones que costaron 50.000 euros al ayuntamiento, demandadas hacía tiempo por la protectora. Con exceso de capacidad por la fuerte demanda al mes de haber sido reabiertas, ya acogía en aquel entonces a 70 canes y estaba atendida por cinco voluntarios y dos empleados municipales. El ayuntamiento destinaba 48.000 euros anuales a este servicio.