‘Cáceres, Patrimonio de la Humanidad’. El titular de la portada del Extremadura de aquel 26 de noviembre de 1986 (hacía tan solo un par de años que este diario había abandonado su edición vespertina para lanzar únicamente la matinal) no podía haber sido otro. Y la foto, tampoco. Una del arco sobre Los Adarves, en pleno corazón de la capital cacereña. En el casco histórico que le había valido la distinción y el reconocimiento de la Unesco.

El Extremadura dedicó tres amplias páginas a tal hazaña. El alcalde en funciones, Marcelino Cardalliaguet, publicó un bando que reprodujo este periódico y que animaba a los cacereños a salir a la calle para celebrar el nombramiento. «Que todas las asociaciones de vecinos convoquen a sus agremiados y fieles seguidores (...) y si tuvieran fanfarrias, bandas de cornetas y tambores o cohortes de bellas jovencitas a la usanza anglosajona (Majorettes), concurran con ellas por todas las calles, ruas y callejas de la ciudad», recogía el escrito en un tono más que festivo.

«El reconocimiento supone un hito en la historia de Cáceres», valoraba desde París y en exclusiva para este periódico Juan Iglesias, alcalde de la ciudad. El reconocimiento logró, además, poner de acuerdo a grupos políticos. Habla de ello con este periódico el propio Iglesias. «Todos trabajamos mucho en un ambiente que duró toda la legislatura. Terminé siendo muy amigo de gente que no era de mi partido», recuerda. Sus palabras las refrendan la hemeroteca. «Esto es una recompensa a los esfuerzos de todos los ayuntamientos. La declaración supone un hecho trascendental para la historia de la ciudad», valoró José María Saponi, del grupo popular y presidente de la Comisión de Patrimonio. «Es un homenaje a todos los cacereños», dijo Sánchez Buenadicha, de un grupo independiente. Jiménez Palacios, de Extremadura Unida, y el también independiente José Blanco, se expresaron en los mismos términos de alabanza.

El reconocimiento de la Unesco llegó, además, con otra buena noticia bajo el brazo: la promesa del Gobierno nacional de destinar una parte del presupuesto del Ministerio de Cultura del próximo año a la recuperación de los cascos históricos de Cáceres, de Toledo y de Teruel, las tres ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad en la jornada del 25 de noviembre. Reconocía el ejecutivo español que el galardón que obtuvo la capital cacereña aquella mañana era una indicación evidente a que su ciudad monumental necesitaría una atención, protección y dedicación especial en su conservación.

Aquellas páginas también recogieron diversas felicitaciones o la fiesta que se organizó con aquel motivo, que contó con la actuación del arista extremeño Pablo Guerrero. Poco a poco todo fue volviendo a la normalidad, y la noticia de la declaración de la Unesco dejó paso a los proyectos culturales a su entorno, a las revistas y, también, a ciertas polémicas.