Felipe Salgado regenta la popular pescadería junto a la plaza de San Juan desde hace más de 40 años. Este empresario ha dedicado su vida a su profesión pero, como buen cacereño, siempre ha encontrado tiempo para dedicárselo a la Virgen de la Montaña. Su devoción por la patrona le viene desde pequeño y ha pasado de generación en generación. Suele vistar el santuario y acompaña a la Virgen en el novenario.

--¿Qué significa para usted la Virgen de la Montaña?

--La Virgen de la Montaña, no solo para mí sino para todos los cacereños, es la madre de todos los cacereños y es el todo.

--¿Desde cuándo siente esta devoción por la patrona?

--Desde pequeñito. Como todos los cacereños desde que nacemos. Yo a mis hijas, de recién nacidas, les llevé bajo el manto de la Virgen. Mi madre también hizo lo mismo conmigo y eso viene desde pequeñito. Yo creo que el setenta u ochenta por ciento de los cacereños han pasado bajo el manto de la Virgen de la Montaña, nuestra patrona.

--¿Qué recuerdos de la patrona guarda asociados a su infancia?

--Pues de las bajadas y las subidas. Recuerdo también que como era un día en el que se iba al campo a comer en los alrededores de la Montaña, aunque no eran los más adecuados para ello. Se hacía una romería y para mí era una romería muy entrañable y muy bonita.

--¿Va a ver a la patrona durante los 9 días que está en la ciudad?

--Sí, por supuesto, no falto ningún día.

--¿Y sigue algún ritual?

--Bueno, pues un ritual de cariño, emoción y alegría de que esté aquí entre nosotros. También suelo visitar el santuario en otras épocas del año.

--¿Qué le pide?

--A la Virgen no hay que pedirle nada, no hay que ser egoístas. A la Virgen hay que ir a quererle y a rezarle y luego si te da algo pues bienvenido sea.