La ciudad vivió ayer un destacado acontecimiento religioso después de abrirse de nuevo al culto, tras más de un siglo, la capilla de Lignum Crucis, más conocida como de la excomunión, en el palacio del Duque de Abrantes, hoy sede de la residencia universitaria de las Hijas del Cristo Rey, en la plaza del Duque, cerca de la plaza Mayor.

La idea ha partido de la colaboración entre la congregación religiosa y la cofradía del Cristo Negro, quien a través de su mayordomo, Alonso Corrales, han conseguido llevar a buen puerto esta bonita iniciativa.

Corrales explicó que la capilla data del siglo XVI, cuando por iniciativa de Francisco de Carvajal, arcediano de Plasencia, se levantó el palacio que alberga el templo. En su interior destaca el lignum crucis , un fragmento del madero de la Crucifixión de Cristo, que luego desapareció y que presumiblemente puede encontrarse en Toledo. Por eso, desde entonces a la capilla se la conoce como de la excomunión.

La cofradía celebró ayer un acto y una eucaristía, a la que acudieron, entre otros, el coronel jefe del Cimov, Domínguez Valor, y el jefe de la policía local, César García. Se celebrarán actos el 11 de enero (Día del Bautismo del Señor), el Jueves Santo y el 3 de mayo (Invención de la Cruz).