Fue uno de los primeros pozos que se abrieron en Aldea Moret, allá por 1865, y también fue el último en cerrarse un siglo después, en 1960, cuando la Unión Española de Explosivos, propietaria de las concesiones mineras, presentó expediente de crisis. La extensión de La Abundancia, de unos 120.000 metros cuadrados, y su formidable edificio decimonónico, con sus torres, almenas, ventanales, portadas, arcos y grandes muros, dan idea de la importancia que tuvo.

Los mineros siempre recuerdan la actividad que bullía en este pozo, donde cientos de hombres trabajaban en tres turnos, día y noche, con jaulas que bajaban hasta casi 200 metros de profundidad. El agua lo empapaba todo, los barreneros se abrían paso entre cantidades ingentes de polvo y un continuo riesgo de desprendimiento, y las vagonetas subían cargadas de mineral.

Situado muy próximo a la barriada y al Embarcadero, junto a la vía del tren, ha sido el yacimiento que más suerte ha corrido y ya está habilitado para el turismo. Después de unos años de abandono, en 2004 se convirtió en Centro de Interpretación de la Minería tras una inversión de 600.000 euros. En su interior se conserva el pozo al descubierto, aunque el estudio previsto tendría que determinar si puede accederse a los niveles más superficiales, como en algunos yacimientos de otros municipios.