La cafetería Acuario, emblemático establecimiento hostelero del céntrico paseo de Cánovas, se da un descanso. Después de 32 años sirviendo cafés, cañas y copas a la más variada clientela, desde empresarios a toreros y artistas, y siendo punto de encuentro y reunión tanto para el ocio como para el negocio, el pasado domingo cerró sus puertas.

No se trata de un cierre definitivo, como algunos rumoreaban, sino sólo provisional. Se va de vacaciones, durante unos tres meses, para volver con una imagen mejorada y novedosa.

El motivo, explican a EL PERIODICO sus propietarios, la ejecución de una amplia reforma que, según sus palabras, dará a esta vieja cafetería un aire muy nuevo y moderno. "La última reforma se hizo hace unos 12 años, y la verdad es que el local necesita ya un cambio, que en este caso va ser muy importante".

Anuncian sorpresas en su reapertura que no quieren desvelar. Tan sólo indican que tendrá "un sistema nuevo de servicio que en Cáceres no existe. Será algo totalmente novedoso para esta ciudad, aunque se mantendrá el mismo servicio, la misma calidad y la total atención al cliente, aunque eso sí, con un aire totalmente nuevo y muy cuidado".

Y junto con las sorpresas que se anuncian en lo que es el servicio y la atención al cliente en sí, también se aseguran mejoras en la imagen que serán muy importantes, "pues todos los cambios en la decoración del local no se han visto aquí en Cáceres y están hechos exclusivamente para nosotros, no los hay en ningún otro sitio de España".

Cuando a finales de septiembre o principios de octubre Acuario reabra sus puertas también se verán caras nuevas en la plantilla. Seguirán los de siempre, con la siempre cordialidad y confidencialidad que han mantenido con la clientela, pero habrá incorporaciones, "será necesario ampliar el personal porque el nuevo establecimiento ocupará también la planta superior, por lo que se necesitará más gente".

Años de servicio

Desde que en el año 1973 José Pérez Mallo pusiera en marcha la cafetería Acuario, ésta siempre ha sido fiel a la cita con sus clientes. Salvo en dos breves periodos de tiempo, el primero allá por el año 86 y el segundo en 1993, para realizar unas pequeñas reformas, sus puertas siempre estuvieron abiertas.

El negocio que puso en marcha José Pérez Mallo hace ya 32 años, y del que desde el año 98 se ocupan sus dos hijos y su yerno, ha sabido ganarse a los cacereños. Ha sido un emblema del sector hostelero de la ciudad y, aseguran sus propietarios, lo seguirá siendo, "porque seguiremos manteniendo la misma línea, de servicio exquisito al cliente y máxima calidad". Cambiará su imagen, también su nombre, aunque sus dueños sospechan que pese a ello en la ciudad seguirán llamándolo Acuario, pero no lo que le ha hecho merecedor de la confianza de una clientela que lleva años siéndole fiel.