Luchó contra un cáncer hasta el final mientras pintaba sus sentimientos con el alma en colores de una grafitera. Gemma Granados (Casar de Cáceres, 1983) se marchó para siempre el pasado sábado, pero lo hizo dejando sus obras como huella. El relato en imágenes de esta licenciada en Bellas Artes en Salamanca en Facebook estremece y se convierte en un orgullo para quienes la conocieron y compartieron con ella aventura en el colectivo Navegantes. Tanto dolor, que algunos compañeros apenas podían pronunciar ayer una palabra de recuerdo para la artista que creó unos personajes llamados Pusinky ("besos" en eslovaco) con los que recorrió el mundo embelleciendo murales.

Desde su habitación en el hospital San Pedro de Alcántara, Gemma Granados continuó creando, haciéndose fuerte con lo que mejor sabía realizar con sus manos: espléndidas obras que fue colgando en su página, el mejor regalo para recordarla siempre. A Martina, su sobrina nacida en marzo pasado, como le gustaba llamarla, también tuvo tiempo de dedicarle una de ellas en plena lucha contra la enfermedad: un mural del color del mar a los pies de su cuna.

Un mensaje

Y así, tantas que llenaron un diario lleno de vida a pesar de que la luz se apagara. Un adiós entre arcoiris, con muñecos de colores en el cielo que la acoge. "Cuando yo me duerma, no me lleves flores a una tumba amarga. Grita con la fuerza de toda tu entraña. Que el mundo está vivo y sigue su marcha", reza su última entrada en Facebook del pasado sábado. Una lección de una artista que siempre dibujará un sol entre los corazones. Hasta pronto, Gemma.