Que esta muerte no sea en vano. Ese fue el mensaje que quiso transmitir ayer el párroco de Nuestra Señora de la Asunción de Casar de Cáceres, Ceferino de las Heras, en la misa funeral. De las Heras ofició el acto ante decenas de personas que llenaron por completo la iglesia para rendir el último adiós a los restos de la copropietaria de Inmobiliaria del Oeste.

"La muerte de María Victoria debe ser un aldabonazo a la conciencia de todos, de qué es lo que estamos haciendo y de cómo. Que sea una llamada de atención a la responsabilidad sobre todas las víctimas, no sólo las de tráfico", espetó el párroco en la homilía entre los sollozos de los familiares más cercanos y muchas compañeras de trabajo.

La despedida fue masiva. Acudió el alcalde de Casar y presidente de la diputación, Juan Andrés Tovar. Tanto la familia de la fallecida como de su compañero sentimental, considerado como su marido, son muy conocidos. Los padres de ella, que vivía en la capital, regentaron durante años un bar en la calle Larga de la localidad casareña, conocido como el bar de Cipri. Tenía 4 hermanos y ella era la única hija.

También la familia del marido, Juan Ramón Criado, es conocida en la capital. El es hijo de Ramón Criado, empresario cacereño de la climatización. Este diario informó ayer erróneamente de que se trataba del hijo del constructor cacereño Julián Criado.

Tras la misa, varios familiares portaron el féretro con los restos mortales de María Victoria hasta el coche fúnebre. Una larga comitiva (foto) acompañó en procesión a pie el recorrido hasta el cementerio. Allí se cerró el capítulo más triste de la tragedia con la que se despertó Cáceres el día antes.