El estado de conservación de los inmuebles cacereños es manifiestamente mejorable, en parte por la escasa inversión de la que disponen los propietarios acerca de las tareas que se deben realizar para su mantenimiento. Para atender esta necesidad, la Junta estableció como obligatoria la entrega a los compradores de viviendas nuevas por parte del promotor de un Libro del Edificio. En él se fijan las intervenciones para su mantenimiento en condiciones óptimas.

En esta misma línea, y para asegurar las condiciones óptimas de la vivienda en cualquier momento, la cédula de habitabilidad es una garantía de que, tras los informes técnicos, las necesidades de mantenimiento se están atendiendo convenientemente.

Como administración cercana al ciudadano, el ayuntamiento es el responsable directo de la aplicación de estas normas y resulta preocupante su táctica dilatoria ante tal obligación. Porque cuando se esgrimen argumentos como la falta de recursos económicos para vigilar los posibles incumplimientos, alguien puede preguntarse si esa es una razón suficiente para poner en peligro la integridad de los usuarios de las viviendas. Y entre las muchas consecuencias de tal política absentista podríamos citar aquellos casos, por desgracia cada vez más frecuentes, de cuando un edificio amenaza ruina, derivada de la negligencia de su propietario en términos de conservación, el desalojo de sus inquilinos es la consecuencia final de una conducta programada para el beneficio especulativo.

*Arquitecto técnico.