Ser durante 30 años policías íntegros e incluso condecorados y pasar, en segundos, a la otra línea, la del delincuente, es difícil de asimilar. Haber pasado casi tres años bajo sospecha, difícil de superar.

El calvario de Francisco Silgado y Eloy Sánchez comenzó el 27 de noviembre del 2001, cuando, tras ser denunciados por una inmigrante ilegal, "que después consiguió los papeles", y dos de sus jefes, eran detenidos en la propia Comisaría, su lugar de trabajo. "Y de repente nos encontramos en la cárcel, y sin libro de instrucciones".

Tras pasar tres meses en prisión, consiguieron la libertad provisional, bajo fianza de 12.000 euros cada uno --ya se las han devuelto--, pero aún tendrían que superar un largo proceso judicial.

Tendrían que soportar un largo juicio, que se inició el 12 de marzo del 2003 y en el que se enfrentaban a una petición de la Fiscalía de 15 años de prisión y 20 de inhabilitación para empleo o cargo público; y la espera de más de un año para saberse definitivamente absueltos y libres, pues las dos sentencias absolutorias de la Audiencia --del 2 de abril del 2003 y el 10 de marzo del 2004-- fueron recurridas por la Fiscalía.