Lavar cabezas, retirar tintes, limpiar con agua peinadores, toallas, rulos, tocadores, cepillos... La subida supondrá un gasto adicional de 5 euros para las pequeñas peluquerías, al menos ése es el cálculo que realizan las profesionales cacereñas del peine y el secador. "Abrimos una media de dos o tres minutos el grifo con cada clienta", estiman.

Las peluquerías de barrio con cierta tradición atienden los viernes y los sábados a una media de 25 clientes. El resto de la semana cortan, marcan o tiñen cada día a una docena de cacereñas. El recibo del agua les supone alrededor de 70-80 euros cada mes. "A partir de ahora, pagaremos 5 euros más. Todo lo que sea subir, malo".

DUCHARSE DE VIAJE

Aunque lo grave no es sólo que el agua cueste más, sino que sigue siendo tan mala como antes para el pelo. Una de las exclamaciones más repetidas por las cacereñas cuando salen de viaje se refiere al estado de su cabellera después de lavársela: "¡Qué bien queda el pelo fuera de Cáceres!".

Carlos Tello es uno de los más acreditados profesionales cacereños del cabello. Gasta cada mes 150 euros de media en agua entre sus dos peluquerías y su academia. "No me seduce la subida si a cambio no mejora la calidad del agua, trae mucha cal y mucho cloro", opina.

Tello desvela uno de sus secretos para dejar más guapas a las cacereñas: "Tratamos el agua depositándola en recipientes de 6.000 litros con el fin de que la cal y el cloro se vayan al fondo y tenga más calidad para trabajar el pelo. Igual que no usamos cualquier champú, tampoco podemos utilizar cualquier agua".