Estoy harto. Se lo confieso avergonzado, pero no puedo más. Estoy hasta el gorro del anuncio sobre Andalucía en el que una cantante repite el estribillo ese de ahí estás túuuuuuu , prolongando hasta el infinito esas úes que se me meten en la conexiones neuronales como si fuera colesterol del malo, y, tal que a las arterias la grasa, el anuncio y su sonsonete me está achicando las mismísimas neuronas. Ni que decir tiene, y no es una excusa obligada, que no tengo nada contra esa tierra bendita, a la que gozo varias veces al año, y especialmente durante el verano. ¡Ay, esos pecaítos de Cádiz! Y sus paisajes, y sus gentes, y su simpatía, y su inteligentísima gracia... Qué les voy a decir yo de Andalucía que ustedes, y sobre todo los andaluces, no sepan. Pero, a pesar de las maravillas del sur ibérico, a mí me tiene hastiado el anuncio de marras. La razón es muy simple: creo que fue hace unos cuatro o cinco años cuando apareció por primera vez el spot y desde entonces no ha variado ni un milímetro de contenido y de emisión. Y cada poco tiempo se cuela en la pantalla de mi televisor y ¡ahí está éeeeeeeel! Cuando aparece, me da una especie de ataque de angustia audiovisual, que desconozco si es dolencia que esté ya catalogada y aceptada como enfermedad en el Servicio Nacional de Salud. Como dice el tópico: pruebas un manjar un día y te parece que estás en el cielo; lo tomas durante un mes seguido, como única comida, y lo aborreces. Pues algo así me debe haber pasado.

XLO DEx la longevidad de este anuncio, persistente e incorrupto desde su inicio, es para mí un misterio. A veces aventuro en mi intimidad algunas hipótesis para darme tregua mental y pienso: fue un anuncio muy caro y tienen que amortizarlo prolongándolo hasta el 2016; o quizá ocurra que quien dio la orden de que se metiese en antena, fue cesado y nadie se ha acordado luego de quitarlo de en medio (al anuncio, claro); o, mucho mejor, es una publicidad de creación tan exquisita, de tanta belleza que, como las obras de arte clásico, deben permanecer expuestas al público para siempre, aunque yo, algo zote, no alcanzo a vislumbrarlo.

En fin que allí está el anuncio y ahí están ustedes en el Periódico.

Y aquí estoy yo. Porque deben saber que a raíz de mi hartazgo ante la promoción inmutable y cuasi eternal de la autonomía vecina, cada vez que en el mundo de la política se repiten los mismos gestos, las mismas aburridas declaraciones de algunos de sus protagonistas, los mismos desaires aparentes que se administran entre ellos, los reiterados cambios de posturas según intereses partidistas y otras muchas vergüenzas, se me cuela en la cabeza la cantinela del ahí estás túuuu y, sólo en mi interior, por supuesto, se lo espeto al personaje o al partido de turno y parece que me relaja un tanto.

¿Que se repite el pacto del tripartito en Cataluña, con fracaso previo acreditado, pero que ahora con los mismos protagonistas políticos, se afirma, no va a fracasar? Pues les endoso un ahí estás tú y me quedo tan plácido. ¿Que, después de años de denunciarse el deterioro que sufren al enseñanza, los docentes y los discentes, a las mentes más preclaras se les ocurre judicializar los conflictos como portentosa solución sin analizar realmente cuáles son las causas? Pues ahí estás tú, también. ¿Que a un obispo se le ocurre la sagaz idea de que la nueva asignatura de Educación Cívica es poco menos que la antesala del camino hacia los infiernos? Pues, con mucho respeto, por aquello de topar con la Iglesia, me canto por lo bajini un ahí estás tú con algún toque del salmodia monástica, y a vivir.

¿Que el embrollo de El Corte Inglés en Cáceres ha parecido más un culebrón o una comedia de enredo de poca calidad que el planteamiento riguroso de unos políticos ante una cuestión de interés público? Ya saben, les cantaba, con alguna honrosa excepción, el estribillo y pensaba que a lo mejor yo no estaba preparado para entender ese tipo de problemas tan complicado.

¿Que luego aparece en escena Rodríguez Ibarra, muy a lo Pontifex Maximus , para literalmente tender puentes entre Cáceres, El Corte, las monjas, el alcalde y el grupo socialista cacereño y quedar la mar de bien, después de lo que se había montado? Pues a cantar el ahí estás tú pero con música de marcha triunfal y trompetas romanas al aire.

Espero que, después de tanto cántico, no piensen ustedes que soy un cantamañanas, aunque aceptaría de buen grado la crítica. Pero les ruego que entiendan que lo que les he contado no es sino un recurso, algo infantil, pero eficaz para hacer frente a tantos absurdos como nos depara la vida pública.

Por cierto, a los cacereños puede que les interese que venga El Corte Inglés, para que, en una sociedad tan consumista como la nuestra, se nos facilite aún más el consumo, pero tengan por seguro que a quien más le conviene que El Corte se instale en Cáceres es al propio Corte Inglés. Ahí está él...

*Catedrático de instituto