Fueron una de las parejas agraciadas con una de las viviendas del Junquillo en el propio sorteo celebrado en el Auditorio hace dos años. Para ellos fue como estar en el salón de sorteos y apuestas del Estado el día de El Gordo de Navidad y tocarte. "Fue una alegría inmensa, pues se nos abría la posibilidad de poder comprar una vivienda, algo que para nosotros era entonces impensable por los precios que tenían los pisos".

Pero aquel premio se está haciendo esperar y de la alegría han ido pasando a la desilusión, el desengaño y la desesperación. En este tiempo la vida ha ido cambiando para ellos --su pareja se ha visto aumentada con el feliz nacimiento de su pequeña--, y el parón en la construcción de su vivienda les ha obligado a tener que renunciar o posponer algunos proyectos. "Vivíamos de alquiler y habíamos visto algunos pisos para comprar, pero lo dejamos todo cuando nos tocó la vivienda, pues eran mejores condiciones. El problema es que mientras que otras que habíamos visto ya se han entregado estas no se han comenzado y ahora no tenemos nada y nos hemos visto obligados a volver a casa con nuestros padres para poder ahorrar, porque con la niña necesitamos una casa y no sabemos que pasará".