La gestión energética asegura la eficiencia y puede llegar a ahorrar un importante pellizco sin inversión previa. El mantenimiento de los elementos constructivos, equipos y sistemas mediante limpieza de filtros, generadores de vapor, luminarias, etc., e inspección y reparación de pérdidas de fluidos, aislantes, etc., hace que se optimice el rendimiento y, por tanto, se ahorre energía.

Otro aspecto de la gestión es elegir la tarifa energética adecuada al consumo. La factura doméstica se reduce a la de gas y electricidad que constan de término fijo y término variable, siendo este último el consumo real. El término fijo del gas está ligado al consumo anual total, por lo que hay que ajustarlo para evitar penalizaciones. Hay dos tipos de tarifas: Las tarifas de último recurso (TUR), que están reguladas por el Estado, y las de mercado libre.

En las tarifas eléctricas el término fijo corresponde a la potencia que es el máximo de eléstrodomésticos que se pueden accionar al mismo tiempo, toda la potencia contratada que supere a lo necesario es dinero que se está pagando de más. Los tipos de tarifas a nivel doméstico se reducen a dos: TUR con simple o doble tarifa, con la variante del bono social que puede ahorrar más de un 20% -destinado a familias numerosas, o familias con todos sus miembros en paro o jubilados con pensiones mínimas-, y mercado libre. Según un estudio de la asociación de consumidores FACUA, las ofertas que las compañías ofrecen para que los usuarios se pasen al mercado libre resultan más caras que la TUR al ofrecer servicios accesorios con coste.

Este mes la factura eléctrica ha bajado un 6,62% cuando la electricidad se ha comprado por un 15% menos, penalizando el gobierno el consumo responsable. Una forma de ahorro es la unificación de las facturas en una sola compañía.