Con aires de independencia, análogos a los de Arroyo, los Reyes Católicos a través de una Real Provisión, dada en Córdoba el 6 de octubre de 1485, reiteran a Cáceres y al Casar la orden de pagar el montazgo, ya que Cáceres alegaba sus privilegios y a ellos se acogía el Casar, que, por esta vez al menos, estaba muy satisfecho de pasar por aldea de la villa. Se dio la orden de embargo contra el concejo y particulares de la villa de Cáceres y del pueblo del Casar.

El Casar mantuvo conflictos con diversas zonas cercanas como en el año 1489, en que sus ganaderos entraron en el término de Garrovillas rompiendo la amistad que esta villa tenía con la de Cáceres, solicitando Garrovillas la mediación real para solucionar el problema.

En el año 1492 los casareños se quejaron con razón de que los regidores que venían al pueblo a visitar y revisar los términos y que empezaron a dejarse convidar a comer, hicieron costumbre de la cortesía y la convirtieron en imposición cobrando en especies (dos gallinas por regidor) y que llevaba camino de convertirse en una imposición pecuniaria.

Los Reyes Católicos dieron una Real Provisión, dada en Córdoba el 8 de marzo de 1492, mandando al Concejo de Cáceres que no exigiera al del Casar ninguna imposición en concepto de comida de los regidores que fueren a visitar el dicho lugar y que cada cual comiese de sus bolsas.

Otras Reales Provisiones dadas por los Reyes Católicos, en Valladolid el 15 de septiembre de 1492 y en Cáceres el 1 de octubre de 1492, mandan al corregidor de Cáceres que respete la sentencia dictada entre esta villa y los pueblos de su territorio, entre los que se encontraba el Casar, sobre leña de los montes, caza, pesca, etc..

Por último, el 30 de junio de 1497, hay una carta del príncipe don Juan al corregidor de Cáceres, ordenando que los lugareños del Casar pudieran entrar vino en la villa de Cáceres en los tiempos fijados. Los regidores dejaron de tramitar licencias para vender vino en Cáceres al haber dejado los vecinos del Casar de hacer regalos a los regidores, esto lo denunció un vecino del Casar llamado Diego Fernández y el príncipe mandó que las licencias se dieran libremente y sin coacción ninguna.

En el siglo XVIII, Casar era la aldea con más población del partido de Cáceres, unos 1.200 habitantes. Con la Constitución de 1812 se abolieron los señoríos y el Casar dejó de depender jurisdiccionalmente de la villa de Cáceres y su ayuntamiento, por primera vez en su historia, fue autónomo.

Hoy Casar de Cáceres es un pueblo moderno, con una población joven, con una calidad de vida que sorprende a los visitantes y un desarrollo económico importante, teniendo dos señas de identidad: la Vía de la Plata, que lo atraviesa de sur a norte con infinidad de peregrinos que cruzan sus calles en su camino hasta Santiago de Compostela, y la D.O.P. Torta del Casar, auténtica delicia gastronómica, motor del pueblo y que ha situado a esta población en el mapa internacional.