Las réplicas del terremoto de Perú han sacudido Aldea Moret, se han sentido muy cerca, tanto que sus terribles consecuencias tienen rostros, nombres y apellidos. Desde 1993, un proyecto pilotado por la parroquia y el colegio de este barrio ha logrado sacar de la pobreza a decenas de niños del distrito peruano de Chincha. Gracias a él, muchas familias han encauzado humildemente sus vidas con cursos que les han permitido abrir tiendas y talleres artesanos, y durante largos años han conseguido construir y pagar sus casas de adobe. Los niños han recibido ropa y comida, incluso una beca para acudir al colegio y poder llegar a la universidad. Pero el terremoto del 15 de agosto, con epicentro en Pisco, a solo 30 kilómetros, acabó en cuatro minutos con casi todo.

En Aldea Moret se han vivido jornadas de angustia. "No llegaban noticias de la zona, pero sabíamos que les había tocado de lleno. Al cabo de los días solo conocíamos detalles a cuentagotas", explica el párroco de la barriada, Miguel Angel González, que conoce personalmente a las familias, sus casas y sus vidas debido a los traslados a Perú con motivo del proyecto. Pero las noticias no podían ser peores. El 24 de agosto, Miguel Girón, jesuita español en Lima, escribía un e-mail : "En Chincha se han establecido 14 albergues que acogen a 30.000 personas mientras se empieza a edificar la nueva ciudad, porque no ha quedado nada en pie" . Y por fin comenzaron a llegar los correos electrónicos desde Chincha a la parroquia de Aldea Moret, y entonces se constató la tremenda dureza de la tragedia.

"Ya no tengo casa. A mucha gente también se les han caído las paredes y se han quedado inválidas. Otras han muerto" , relataba la secretaria del colegio parroquial San José, de Chincha, donde estudian los niños ayudados por el proyecto solidario de Aldea Moret. "Muchos de nuestros escolares becados que vivían en casas de adobe se han quedado sin techo" , confirmaba la responsable del departamento de becas. "Las viviendas de adobe están en el suelo (...) Hay 26 muertos en la parroquia y más de 200 heridos (...) La gente tiene hambre" , informaba con angustia el párroco de la zona.

La desolación en el barrio cacereño se hizo evidente. El proyecto de ayuda a Perú había nacido 14 años atrás con un solo niño y este año ya lograba becar a 40 (cada uno con una asignación de 300 euros anuales), mediante aportaciones realizadas por familias cacereñas desde la parroquia de San Eugenio y el colegio Gabriel y Galán, a los que se unieron el colegio Diocesano y la parroquia de Fátima. "Y ahora nos comentan que algunos están en la calle, bajo plásticos, hasta que vaya llegando la ayuda. Gracias a Dios que la gente es solidaria y ya están cobijándose entre ellos: los profesores a las familias de los niños, éstas a otras afectadas...", relata el párroco de Aldea Moret.

Cuentas de ayuda

Sin embargo, tras la sorpresa inicial, la barriada se ha puesto manos a la obra para ayudar en lo posible. La primera medida ha consistido en la apertura de dos cuentas cuyos fondos llegarán directamente a la parroquia de Fátima, en Chincha, a la que pertenecen los niños. Una está disponible en Caja Extremadura: 2099-0143-73-0070022841. La segunda en Caja Madrid: 2038-4600- 67-6000179094. "Lo peor es que a estas familias les cuesta muchísimo tener sus casas y ahora las han perdido, pero también los negocios con los que comenzaban a subsistir", afirma el sacerdote cacereño.

Además, el proyecto de ayuda seguirá funcionando para normalizar en lo posible la vida de los niños. "El colegio afortunadamente sigue en pie --explica Miguel Angel González--, aunque una parte está inutilizada y los chavales deben dividirse en dos turnos". El cura de la parroquia peruana, que ha sido nombrado coordinador de la situación, también ha abierto 111 comedores colectivos para garantizar que el alimento llega a todos en lugar de repartirlo. "No sé cómo van a salir de esto, pero ni siquiera nos piden ayuda en sus cartas, solo agradecen infinitamente nuestro interés...", revela el sacerdote cacereño.