El PGM tiene nombre de postre refrigerado. Explicarlo es difícil. Tanto que uno no sabe cómo llamarlo: si plan general de ordenación urbana, si modelo urbanístico, si PGM, o sea, Plan General Municipal...

Con estas premisas y teniendo en cuenta que el urbanismo es una materia siempre enrevesada y que en la ciudad feliz lo de romperse la cabeza con estas cuestiones nunca ha sido plato de gusto, pues eso, que pasamos del PGM. Todavía si fuese un flan...

Sin embargo, el dichoso PGM nos está diciendo cómo va a ser Cáceres en el futuro y convendría que le hiciéramos más caso. Días pasados, EL PERIODICO publicó tres artículos muy interesantes explicando de manera documentada ciertas claves del plan. Estaban escritos por Antonio Díaz, historiador, profesor, portavoz del Foro de Urbanismo y, me consta, persona independiente, capaz y crítica.

La Montaña y la Sierrilla

Sus explicaciones me parecen el intento más pedagógico hasta ahora de divulgar el PGM de manera clara y las conclusiones que establece son algo inquietantes. Queda claro, tras la lectura de los artículos, que hay algo oscuro en el asunto de la Montaña y la Sierrilla, que no es bueno alejar tanto la estación de ferrocarril y que no es de recibo urbanizar terrenos protegidos y no crecer por terrenos no protegidos.

En parte de la Montaña y la Sierrilla, según Díaz y el Foro de Urbanismo, va a suceder lo siguiente: terrenos que no son urbanizables pasarán a ser urbanos con calificación de zona verde y engrosarán el patrimonio municipal. A cambio, sus dueños recibirán terrenos edificables, pero por valor no de sus viejas tierras no urbanas, sino por lo que valen ya urbanas y municipales, es decir, mucho más.

El ayuntamiento levantará una casa de campo en esos terrenos de zona verde, ¿pero quién asegura que no sucederá como en la zona verde de El Rodeo? En fin, que había otros procedimientos para proteger los terrenos con menos coste para todos. Además, ¿por qué unos terrenos de la Montaña se reclasifican, dejando de ser rústicos, y otros no?

Otra cuestión que señala el Foro de Urbanismo es la fijación de límites. Es decir: ¿hasta dónde llegará la ciudad feliz ? Según su portavoz, Cáceres se extenderá por zonas de especial protección, mientras que no crecerá tanto por la carretera de Malpartida, que no es zona protegida. ¡Qué extraño contrasentido!

El límite se pone en la futura estación del AVE, pero lo normal en cualquier ciudad es que se urbanice el entorno de esa estación, como sucede en Córdoba, donde la zona de marcha elegante y restaurantes modernos se ha trasladado a un paso del ferrocarril. ¿Por qué se crece hacia Casar, Trujillo o Sierra de Fuentes, en zonas protegidas, y no hacia Malpartida, donde no hay tanta protección medioambiental?

El Foro de Urbanismo también ve pegas, como tantos otros ciudadanos, al alejamiento de la estación de ferrocarril del AVE, algo que no sucede en casi ninguna ciudad europea importante salvo casos aislados como Tours, donde sin embargo, se mantiene la vieja estación urbana. El Foro propone llevarla detrás del Cerro de los Pinos si es que no se soterra.

Aunque lo más sorprendente de este PGM es que prevé un crecimiento espectacular de habitantes para el 2050: 350.000 vecinos y 65.000 viviendas más. En consecuencia, se declaran urbanizables terrenos capaces de absorber un crecimiento tan extraordinario, pero muchos de estos terrenos se encuentran francamente lejos del cogollo urbano.

Se podría, pues, empezar urbanizando lo alejado, con lo que se quebraría el modelo de ciudad mediterránea para optar por la diseminación norteña. Es decir, barrios y urbanizaciones situadas a varios kilómetros de Cáceres con el consiguiente problema de servicios. Y ya me dirán quién es feliz en una ciudad así.