Soy de esos cacereños que tienen más miedo a la instalación de gas de su casa que a la central de Almaraz. Lo reconozco. Y por ello vi con perplejidad el presunto reportaje de investigación de Mercedes Milá emitido por Telecinco. Nunca he creído en las teorías de la conspiración si no van avaladas por un mínimo rigor científico. Y lo cierto es que, a día de hoy, los médicos confirman que la tasa de mortalidad por cáncer y la incidencia del sarcoma de Ewing en el entorno de la nuclear cacereña no son distintas de las del resto de Extremadura y España.

De la misma forma, hay estudios científicos que demuestran que la radiactividad natural que generan los suelos graníticos extremeños es superior a la que produce Almaraz. Y de igual manera, nadie puede negar que una inmensa mayoría de vecinos del Arañuelo y La Vera duermen a pierna suelta todas las noches, sin sentir que viven en una comarca bomba, como puede creer el resto del país.

Por lo demás, que cada uno continúe haciendo el papel que quiera. Que Telecinco siga engordando su share a costa del sensacionalismo barato. Que los vecinos de la zona continúen opinando con libertad sobre las bondades o maldades de Almaraz. Que los ecologistas y la central sigan con sus guerras. Y que Zapatero deje de marear la perdiz y decida de una vez por todas si quiere o no nucleares.