Las obras de la calle Alzapiernas continúan y el enfado de los empresarios no cesa. El más afectado es Juan Manuel Fragoso, propietario de Esencia Extremeña, local situado en la esquina de esa calle con Parras. El ayuntamiento le obligó a cerrar su negocio porque se iba a actuar en la superficie donde se ubica el establecimiento y le prometió que solo sería un mes, pero han pasado ya un mes y 20 días. El pasado 15 de julio le llamaron del consistorio para que acudiera a recoger una notificación a su nombre. En ella se le informaba de que podría reabrir su bar el 19 de julio (ayer), pero todo continúa manga por hombro. Ya no aguanta más.

Ayer por la mañana el acceso al local era inaccesible. De hecho, desde Parras, el paso estaba cortado a los viandantes porque aún no se había terminado de construir una rampa que conectará con el lateral en el que se encuentra su establecimiento. Tampoco estaban listas las baldosas del suelo y alrededor, todo lleno de materiales de obra. El ayuntamiento aseguró que a lo largo del día se abriría el acceso para que pudiera pasar, pero eso no lo soluciona ya que, a escasos centímetros de la puerta de su negocio hay unas vallas que delimitan con un agujero de varios metros en caída libre, donde se ubicará la maquinaria de la escalera mecánica. «Es que aunque terminen la parte en la que está el bar no va a valer para nada. Soy un establecimiento de comida y la gente no puede comer entre mierda», insiste el propietario.

«Cuando recibí la notificación lo primero que pensé es que se siguen riendo de mí, no nos tienen en cuenta para nada, el anterior equipo de gobierno y el actual están haciendo lo mismo», señala. Asegura que ha solicitado una reunión con el alcalde, Luis Salaya, pero no ha recibido respuesta. «Ha venido aquí en campaña a hacerse la foto, a decir que esta obra era un despropósito pero, desde que es alcalde, no ha vuelto», añade.

TODOS LOS DÍAS / Acude cada día a comprobar los avances de la obra. Está desesperado. En el tiempo que lleva cerrado calcula que ha dejado de facturar entre 10.000 y 15.000 euros, a los que habrá que sumar lo que ha dejado de ingresar desde que comenzara la actuación, el pasado mes de diciembre, «y el maltrato psicológico que nos están haciendo a mí y a mi familia», añade. «Me han echado a patadas a la calle sin una ayuda para poder vivir», afirma. Asegura que sobreviven gracias a la familia, que en estos momentos está corriendo con los gastos básicos, como el alquiler de la vivienda, las facturas y la comida, «sino estaríamos viviendo debajo de un puente». No puede pagar tampoco el alquiler del establecimiento, que también se ha visto afectado por la obra: Del cuarto de baño se han caído las baldosas debido a las vibraciones que producen las máquinas en el terreno.

Exige que para el próximo fin de semana (27-28 de julio) todo esté en condiciones para poder reabrir. Para esa fecha hay prevista una jura de bandera el Centro de Formación de Tropa (Cefot), una oportunidad para él. «Tengo que abrir porque ya no podemos aguantar más. Cuando hay jura de bandera aquí se puede facturar hasta 3.000 euros, tengo que abrir ese día», insiste.

Tal y como informara este diario Juan Manuel Fragoso está preparando una denuncia para reclamar al ayuntamiento los daños que le están causando los trabajos. La presentará cuando termine la obra, para contabilizarlo todo. En este sentido el consistorio aseguró ayer que estudia la fórmula de poder compensar a este empresario, tal y como se lo han comunicado a él mismo. Pero Fragoso ya no se cree nada.