Shakira y Gerard Piqué posan con ‘La Gioconda’ de fondo aprovechando que el Louvre parisino permite fotografiarse frente a sus obras de arte. Dos pingüinos se hacen en la Antártida el ‘selfie’ animal más viral del año, un video en que las aves curiosean la cámara de un investigador y que en 2018 superó el medio millón de visualizaciones en las redes sociales. Pero hay más, Chris Hadfield escribiendo: «Good morning! Some selfies are more thought-provoking than others. Amazing what you can see in the reflection», mientras paseaba por el espacio en 2013.

Bradley Cooper y todo el famoseo en los Oscars en 2014, el orangután que se hizo una foto y luego se lió parda por la autoría de la imagen en 2011, uno de tantos de Kim Kardashian (la reina de este cotarro), y en 2018 los triunfitos Cepeda y Roi en la cama, juntos dando los buenos días, o el actor James Francofrente al espejo de su baño con los calzoncillos bajados y la mano cubriendo sus partes íntimas.

Cada detalle es registrado, especialmente en selfies, y compartido luego en redes sociales. Y Cáceres no escapa a una tendencia que esta semana ha convertido la calle Alzapiernas en el top de esta moda imparable de ver tus ojos, tus morritos, tu lengua en el visor del celular. Y como escenario, qué mejor que la obra más polémica de la última legislatura con el Partido Popular al frente del ayuntamiento y el hastag #¿500.000 euros para 13 escalones?, que es el precio que ha costado la obra para instalar unas escaleras mecánicas en la vía que une la plaza Mayor con la plaza de Obispo Galarza.

Sira Bravo, hija de Diego Bravo, el empresario de Retales Manolo, uno de los damnificados y todo un influencer a raíz de la polémica obra, también se hace la foto. «¡Ya estamos con los selfies!», exclama desde el fondo uno de los albañiles. ¿Puede quitar usted la lona? A la pregunta sobre si es posible retirar el plástico que cubre las escaleras y que más bien se asemeja a una bolsa de basura gigante, responde: «Ahí, no se puede tocar». Siguen las risas y no paran los selfies en Alzapiernas, la nueva atracción monumental de Cáceres, escrito, claro, con toda su carga de ironía.