Hace poco me topé con esta frase: "Cuando amas a alguien su felicidad es tu felicidad y su dolor tu dolor". Me recordó el misterio que celebramos en la Semana Santa que, si se distingue por algo, es porque el dolor de un inocente se hace espectáculo en la calle. Creo que el sufrimiento en sí mismo es malo. Decir lo contrario no parece sensato. A mi entender, además, Dios no es ningún sádico, al menos el Dios que nos refleja el Evangelio, sino que ha sembrado en todos la aspiración de ser plenamente felices. Es amigo de la vida y no le agrada vernos sufrir. Así que la cuestión en este punto es cómo entender la cruz de su propio Hijo.

Jesús afronta su muerte como la máxima expresión de fidelidad a la misión encomendada por el Padre en la búsqueda de un orden nuevo de justicia, de amor y de solidaridad con los débiles. Paradójicamente, quien desea esto para todos es víctima de lo contrario: la violencia, la injusticia y el abandono. No busca la muerte pero tampoco se detiene ante ella en su afán por conseguir el bien del ser humano. Por eso vive su muerte como un servicio, el último servicio a los crucificados de este mundo.

XLO QUE DA VALORx redentor a su muerte no es el sufrimiento que conlleva sino el amor de Dios a la humanidad que no se detiene ni siquiera ante ella. Lo que nos salva y nos acerca a Dios no es una fuerza misteriosa que pudiera tener la sangre o el dolor, como si ello pudiera reparar nuestros desmanes, sino la acogida del amor que Dios nos tiene.

XTILLARD DECIA ASIx "La cruz ha empapado de la compasión de Dios la trágica realidad del dolor del hombre; la ha asumido para sembrar en ella un dinamismo de salvación". Ojalá los nazarenos en sus desfiles busquen expresar algo así: a pesar de todas las dificultades por las que pasamos en la vida, no estamos solos. Dios va con nosotros.