TLtlegan las luces navideñas a las calles extremeñas, llega el frío, las carreras de última hora, los escaparates de mil colores y los mensajes de paz. Llegan los turrones a nuestras despensas, el tan ansiado puente de diciembre y las ganas de acabar un año que muchos querrían olvidar. Llegan los anuncios de colonias, de juguetes, de lotería, de bombones y amistad embotellada en refrescos con más o menos gas. Llegan, como todos los años, dispuestos a quedarse un tiempo preciso, para después recoger "los bártulos" y volverse a marchar camuflados en sonrisas, números rojos, y burbujas de champán.

Nos adentramos en el último período del año, y, según las encuestas, lo hacemos afrontándolo con más ilusión que el anterior. Sí, esta semana, en varios medios de comunicación, atendíamos al siguiente titular "Los españoles alcanzan en 2013 un punto más en ilusión que el pasado año".

Aventurarse a realizar tal afirmación con la que está cayendo, no puede ser sino porque se haya realizado un estudio previo que lo confirme. Y aún así, es claro objeto de controversia: ¿a quiénes han encuestado para realizar tal estudio?...y, por otro lado, ¿cuál es el sistema de puntos empleado para medir la ilusión de la gente? No, no estoy preguntando desde la ironía, pues ya saben que si de algo peco cada viernes en estas líneas, es de optimismo. Simplemente me pongo en el lugar de esas personas que no se encuentre dentro de los "ilusionados"para el nuevo año, y que afrontarán este mes y los posteriores como buenamente puedan.

Medir las ilusiones, y la felicidad de la gente con números es, cuanto menos, complicado. Poner cifras al estado emocional de cada uno, y recogerlo en un estudio más que difícil, es imposible. Y generalizar sobre todo ello, es arriesgado.

Podremos enumerar las luces tintineantes que anuncian la Navidad en nuestras calles, los escaparates felizmente decorados y los mensajes de paz a nuestro paso pero nunca nunca nuestras ilusiones.