TCtomo si de la nostálgica "vuelta al cole" se tratase, miles de extremeños se despiden este fin de semana de los meses estivales y afrontan estoicamente el inminente regreso a sus puestos de trabajo. Otros miles, de lo que se despiden precisamente es de sus contratos temporales surgidos a colación de la temporada veraniega (léase camareros, socorristas o meros sustitutos).

Y éstos, como otros tantos que llevan sin saber qué es un contrato laboral desde hace mucho, dan la bienvenida al mes de septiembre, cruzando dedos, poniendo velas, y rezando a diversos dioses para que sus currículos no caigan en saco roto, y encuentren algún empleo decente --o indecente--, que les haga ganarse el pan de cada día. Sea cual sea el caso, todos ellos tienen ya preparados los libros de texto, los uniformes y el resto de material, cuales niños afrontando un nuevo curso escolar. El reencuentro con sus compañeros "de clase", las largas charlas sobre los viajes en estos meses y los chismorreos y noticias acaecidas durante este tiempo, coparán las primeras horas del día, dando paso al inevitable "síndrome postvacacional".

Pero no sólo nosotros volvemos a "las aulas": esta semana hemos atendido a lo que se denomina "el nuevo curso político", donde nuestros dirigentes (de todos los bandos), marcan las directrices y estrategias a seguir durante los próximos meses. Tras haber disfrutado de unas vacaciones cuestionablemente merecidas, y sin repetir curso --algo que también es de cuestionable justicia para unos y otros--, nuestros mandatarios vuelven con las pilas cargadas, ocupan sus despachos y se disponen a sacar al menos un suficiente en los próximos exámenes.

Nuestros políticos habrán de aplicarse, estudiar y solventar la cruda realidad a la que nos enfrentamos día a día, carente de sentido y en progresivo declive. Todos tienen asignaturas pendientes que recuperar, y no aceptaremos como excusa ningún síndrome postvacacional posible que les haga bajar el rendimiento.