"Además del parón de la crisis, Cáceres es de por sí una ciudad contemplativa, cualquier proyecto encuentra mil trabas, hay mucho sentido del ridículo. El turismo nos nota esa apatía, esa tristeza... Ante de tomar medidas, hay que cambiar la actitud, la mentalidad, implicarnos más porque esto es de todos. Los ciudadanos tenemos que decir, hacer, colaborar, y no esperar a que nos lo den hecho".