A Andrés Rodríguez le ha llegado la hora de dejar de ensuciarse con el yeso de las tizas. Tras 38 años entre pizarras y pupitres, hace dos semanas vivió el día de su jubilación. Dejará de ser maestro. O, al menos, de ejercer su profesión en un colegio y entre alumnos de primaria. "Este momento lo afronto con orgullo y la satisfacción del deber cumplido", afirma a este periódico. Los centros docentes de Cachorrilla o de Torrejón el Rubio, o los cacereños Prácticas, Hernández Pacheco y Moctezuma han sido los escenarios de sus lecciones. "Habrán pasado por mis clases unos 4.000 alumnos. Y lo más importante es haberles enseñado a dar sus primeros pasos en la vida", manifiesta.

"El objetivo fundamental siempre ha sido que los chicos fueran contentos a clase", afirma al ser preguntando por el truco para mantenerse tanto tiempo en el disparadero. "Muchas veces he prescindido de los libros y siempre me he intentado adaptar a lo que los niños esperan", cuenta Andrés, que colgó una emotiva cita en su muro de facebook para despedirse de su profesión. "La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón, (H.G.Hendricks)", rezaba su red social. "Yo he intentado trasmitir unos valores para proporcionarles a las personas una conciencia crítica con la que sean capaces de desenvolverse en la vida", explica humilde.

El amor que profesa por la naturaleza es uno de esos valores que ha intentando transmitir en todos sus destinos. Ahora preside el Patronato del Parque Nacional de Monfragüe y también del de la Reserva de la Biosfera de Monfragüe, cargos que preceden a un sinfín de ellos. Argumenta que la mejor manera de que alguien se sienta útil es formando parte de lo que le rodea. "Y eso, en Extremadura, es naturaleza. Yo siempre he pretendido enlazar el mundo urbano con el rural. Me acuerdo de mis primeros tiempos de maestro, cuando en la región se talaban encinas y alcornoques para poner eucaliptos", dice. Y aunque también rememora con cariño sus cuatros años como diputado provincial de Cultura, afirma rotundo que se queda con su faceta de maestro. "Aquello supuso una gran aprendizaje y experiencia. Por ejemplo, hablar media hora con Saramago fue un premio. Cada palabra que decía era una gran enseñanza".

Andrés Rodríguez da dos consejos a futuros educadores que, como él hace 38 años, den ahora sus primeros pasos "El primero es a las familias. Son la piedra angular de la educación y deben hacer caso a los maestros. El segundo es que dejen a todos los niños que sean protagonistas de su aprendizaje". Evoca también su tiempo en el Prácticas, "donde estábamos muchos maestros jóvenes con mucha ilusión que trabajamos en muchos proyectos de educación". Y cita dos facetas por los que espera ser recordado por los estudiantes que alguna vez pisaron sus aulas. "Por el amor a la naturaleza y por el amor a mi pueblo, Pescueza. Muchos de mis alumnos han pasado por allí alguna vez". Decía el escritor inglés Joseph Addison que "lo que una escultura es para un bloque de mármol, la educación es para el alma humana". Pues, entonces, Cáceres pierde ahora un trozo de su alma.