Siempre decía: "Mi vida ha sido trabajo, trabajo y trabajo". Ayer, el que fue el pescadero más famoso de toda la ciudad, nos dijo adiós definitivamente a los 84 años (su funeral se celebrará hoy a las 18.30 en la iglesia de San Juan). Angel Salgado, nacido en Arroyo de la Luz, aprendió el oficio de su padre, un viajante cacereño que comenzó con unos almacenes de cereales y que se instaló en la ciudad en 1933 para montar una pescadería en la plaza Mayor. Aunque empezó a trabajar desde muy joven, nunca dejó de lado los libros, esos que le dieron la formación con la que afrontó la vida y los negocios.

Angel supo muy pronto lo que era ganarse el pan de cada día, recorrió los pueblos vendiendo pescado, tarea que compaginaba con el puesto que durante años su padre tuvo en el mercado, entonces situado junto al ayuntamiento. Dura época aquella, levantándose a diario a las cinco de la mañana en espera de la llegada del pescado procedente de Huelva, Cádiz y Vigo, que se conservaba en cajas de madera repletas de hielo, y que había que ir a buscar con carros a la estación de ferrocarril para luego venderlo en la desaparecida fábrica que había en la ciudad.

Con apoyo de todos los Salgado el negocio familiar fue progresando. Empezaron a vender el pescado al por mayor, estuvieron en la calle Margallo, luego hicieron un almacén en Aldea Moret, pasaron por Doctor Durán y por el mercado de abastos en una empresa que todavía se conserva.

El trabajo lo compaginó con una vida personal que vivió de forma plena junto a Rosa Conejero Rey, a la que conoció en una cola del cine Norba. Junto a ella se sentó a ver la película, fue un flechazo. En 1945 se casaron en la parroquia de Santiago y tuvieron cinco hijos: Angel Luis, Felipe, Juan Antonio, Emilio y Rosa. Fue un joven que frecuentó el nostálgico Mercantil, el Gran Teatro, y paseó por Cánovas. Ayer, el conocido empresario se fue definitivamente. Hasta siempre, Angel.