El martes, 12 de noviembre de 2019, el alcalde de Cáceres, Luis Salaya, confirmaba la noticia: comenzaban las negociaciones con la Fundación Lumbini Garden para que la capital albergara el templo budista más grande del mundo, un proyecto desechado por Madrid por el que además se interesaron Barcelona y Málaga. El 7 de enero de 2020, también martes, el regidor iniciaba un viaje de cinco días a Nepal para firmar el protocolo de hermanamiento con el Ayuntamiento de Lumbini, primer paso para construir el edificio.

En la visita institucional, la primera de esta envergadura del mandato de Salaya, el dirigente socialista mantuvo encuentros con el primer ministro nepalí y con los ministros de Asuntos Exteriores y Turismo, respectivamente. Además, se citó con los alcaldes de los seis municipios vinculados con la vida de Buda.

El objetivo del viaje fue sellar un protocolo de hermanamiento que incluía varios objetivos, el más importante era la construcción del centro (el proyecto más importante de la legislatura), los otros tres pasaban por la ayuda al desarrollo, la promoción turística y cultural y la canalización de inversiones.

En Fitur

En FiturEse mismo mes, la iniciativa se presentó en Fitur. En febrero, los promotores se trasladaron a Cáceres en busca de terrenos. Visitaron hasta tres, todos municipales, de suelo rústico, de 15 a 20 hectáreas, condiciones que aceptaban tanto la fundación (que hace la obra) como el ayuntamiento (que cede la parcela). En marzo llegó el coronavirus y el proyecto pareció entrar en dique seco. Sin embargo, el 8 de junio, coincidiendo con la tercera fase de la desescalada, Salaya aseguraba que la iniciativa seguía en pie.

Y así fue. El 16 de agosto era domingo y el ayuntamiento sorprendió con un comunicado anunciando que ponía a disposición de los promotores una única finca municipal en el cerro Arropé, muy cerca del Cefot y a medio camino entre Cáceres y Valdesalor, para la construcción del centro budista: 101 hectáreas de terreno donde se construiría el templo.

Al día siguiente en un pleno extraordinario se firmaba por unanimidad el hermanamiento con la ciudad nepalí, que culminaba así el trámite administrativo que daba luz verde a una cooperación futura entre ambos países y que derivará en la ejecución de este templo de grandes dimensiones que por primera vez el ayuntamiento cifró en 40 millones de euros (hasta el momento se había hablado de 25). Es una inversión privada de capital birmano, que lidera la Fundación Lumbini Garden, con sede en Madrid y presidida por José Manuel Vilanova.

A partir de ahí, las negociaciones avanzaron de tal manera que en septiembre, el Palacio de Congresos, en presencia del presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, acogió el acto oficial de presentación de la réplica de la estatua que coronará el templo, concebido como el más grande del planeta. Esa efigie de mármol de jade blanco, cifrada en más de medio millón de euros, simboliza el inicio de una iniciativa que pretende convertir a Cáceres en el centro budista más importante de Europa.

Vara destacó entonces en su intervención a la empresaria cacereña Pilar Acosta. «Hace un año recibí un whatsapp contándome una historia, la llamé corriendo y al día siguiente comenzó la historia». El jefe del Ejecutivo recordó que el templo budista fue rechazado por Madrid tras llegar al poder el PP y que los promotores vieron en Cáceres una buena oportunidad. El presidente se reunió con ellos, una delegación de la Junta y el ayuntamiento viajó en enero a Nepal, después llegó el protocolo de colaboración y la réplica de Buda quedaba inaugurada en septiembre.

El dirigente extremeño valoró el proyecto por la importancia religiosa, social y económica que acarrea y porque siendo una «civilización cristiana» convertirá a Cáceres, dijo, «en la ciudad de la paz de Europa», con una estimación de 5 millones de personas que en todo el continente profesan el budismo.

La gran estatua

A juicio del presidente, el proyecto de Lumbini colocará a Cáceres «en un mapa de luces de colores» y se comprometió a que desde el ayuntamiento y la Junta se trabajará por la modificación urbanística de Arropé, «que es sensible», para que «sea una realidad cuanto antes». En Arropé se instalará precisamente la gran estatua de Buda de unos 40 metros de altura (sumará 60 porque se asentará sobre una cueva; cuentan que es la más grande del mundo), las embajadas de las principales ciudades budistas orientales, un centro de meditación y el monasterio con las celdas para los monjes.

El trámite burocrático de Arropé se alargará durante 2021, según el concejal de Urbanismo, José Ramón Bello. El cerro es un lugar «cercano y alejado, de nulo impacto visual», por lo que la construcción del templo no afectará ni a la Torre del Trabajo, ni al Santuario de la Montaña ni a La Sierrilla. Eso sí, ha manifestado que «es mejorable» por la plantación «indiscriminada de eucaliptos» que se llevó a cabo en su momento, por lo que se intuye que habrá intervenciones ambientales.

El área está clasificada en el PGM como Suelo No Urbanizable de Especial Protección Masas Forestales y está dentro de la ZEPA Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes en una zona clasificada como de Zona de Uso Compatible que puede permitir la utilización de este tipo de actividad, tras su correspondiente Evaluación de Impacto Ambiental.

Mientras el papeleo continúa su curso, la réplica de Buda fue trasladada el 11 de noviembre al Museo Pedrilla, donde puede ser visitada. Permanecerá allí hasta que definitivamente se ubique en el templo budista cuando éste fructifique, algo para lo que aún no existe fecha.