Las cenizas de Noelia Téllez, de 19 años, están esparcidas en el campo de césped de la Ciudad Deportiva. El viento las llevó hasta la banda izquierda donde dicen que hacía maravillas con el balón cuando era jugadora de la Asociación Deportiva Puente de San Francisco. Ella, junto a María Isabel Ojalvo, de 31 años, y Patricia Montero, de 24, se encontraron con el destino fatal de la carretera una maldita noche de Martes Santo. Era 6 de abril del 2004 y sus compañeras de vestuario no han podido olvidar aún el dolor al cumplirse el primer aniversario de aquella tragedia ocurrida en la entrada a la Charca Musia por la EX-206.

"Todos los partidos son un homenaje desde ese día", afirma Vanesa Caballero, jugadora del equipo del popular barrio cacereño al que pertenecían las tres jóvenes fallecidas y que milita en la división regional femenina. "El mejor tributo se lo están haciendo todos los domingos cuando juegan", añade la presidenta del club, María del Carmen Tejado.

Y es que el recuerdo de Noelia, Patricia y María Isabel sigue aún vivo en sus corazones. Compartían la competición, el tiempo libre y la amistad. "Eramos todas una piña", asegura Vanesa, que recuerda la calidad de Noelia en la banda: "La mejor zurda que he visto en mi vida. Era mejor que Vicente", en alusión al jugador internacional del Valencia. Así lo corrobora Fernando Sánchez, entrenador del equipo, quien asegura que era la mejor del equipo. Las tres llevaban más de ocho años formando parte de esta plantilla cuya edades oscilan entre los 17 y 24 años.

Mientras tanto, las lágrimas de antes, de siempre, vuelven a aparecer en el rostro de Isabel Cerrato, la joven jugadora de Don Benito a la que las tres fallecidas habían ido a acompañar antes de sufrir el fatal accidente en su vuelta a la capital cacereña. Isabel recuerda que fue la última compañera en verlas vivas. Apenas puede articular palabra y dice que "siempre que perdía el autobús, estaban dispuestas a llevarme".

Otras amigas como Rocío Vecino, central del equipo, se repartía con Patricia el trabajo en el centro de la defensa. "Era la persona más buena que he conocida en mi vida", destacan. Ahora Rocío la sigue echando de menos para frenar a las delanteras de los equipos rivales: "Estábamos muy compenetradas y Fernando nos ponía siempre juntas en la alineación". Patricia era del Atleti. Noelia y María Isabel, del Real Madrid.

A ninguna le faltaba su apodo. María Isabel, la más veterana, era la abuela o la china , a Noelia se la conocía como la argentina y Patricia, por su corpulencia, era el armario . La primera era también la más marchosa y la más impetuosa dentro y fuera del campo.

De todos los momentos vividos en la competición, nunca olvidarán el ascenso que lograron en la temporada 1999-2000 en Plasencia a la primera división nacional y que no pudo fructificar por la falta de apoyo económico. "Ganamos 4 a 3 y Noelia marcó dos golazos", recuerdan las jugadoras. La celebración a lo grande vino luego.

Tampoco olvidarán nunca el partido homenaje del pasado 8 de septiembre en la Ciudad Deportiva de Cáceres, que repetirán ocho meses después, el próximo 8 de mayo, contra su eterno rival, el Arapiles, en el mismo escenario.

El lugar de reunión

En la vida de las tres jóvenes también había lugares de referencia. La china era camarera en el bar Manhattan, en la calle Méjico del barrio de las 232 viviendas. Allí iban Noelia y Patricia a compartir su amistad con María Isabel y otras jugadoras del equipo.

Antonio Acedo era el arrendatario del local, que cerró un mes después del accidente. "Era trabajadora y la que llevaba el bar", señala. El fue uno de los primeros en dar la voz de alarma la noche del siniestro cuando los teléfonos móviles de María Isabel, Noelia y Patricia no funcionaban.

Antonio recuerda cómo María Isabel servía de confidente: "Iban a buscarla al bar para contarle todo. Era como una madre para ellas por ser la mayor". Pero además de secretos, también compartían aficiones. "Eran unas locas del fútbol y del futbolín que había en el bar Manhattan", asegura Antonio, que tampoco olvida el sufrimiento de las familias este año. José María Ojalvo, Nicolás Montero y Francisco Téllez saben bien que sus hijas están ahora en una liga que se juega, como ellas, entre estrellas.