La última novela del escritor cacereño Luis Morales, en coautoría con Iván González, acaba de salir a la luz. Gigoló en Riad es una historia real sobre la vida de un ingeniero, bajo el pseudónimo Yago Capablanca, que se instaló en la capital de Arabia Saudí entre 2009 y 2011, en una época de crisis económica en España. Al poco tiempo de llegar le propusieron ser, además de ingeniero, chico de compañía.

-¿Cómo surge ‘Gigoló en Riad’?

-Surge de un encuentro. Tanto Iván como yo en enero de 2016, a través de una tercera persona, tuvimos la oportunidad de conocer a un ingeniero que había trabajado en Riad para una multinacional entre los años 2009-2011. En esa conversación salió a la luz la doble vida que llevó en la capital de Arabia Saudí, que fue compaginar su trabajo de ingeniero con hacer de chico de compañía. La novela surge de lo extraordinario que nos pareció no solo esta doble vida si no también su fascinación por el mundo árabe.

-¿Cómo conocen al protagonista en la vida real a ese ‘Yago’ ?

-Antes de tanta «pantallita» uno viajaba en tren, y yo que tantas veces he hecho el trayecto Madrid-Cáceres, que lo llamábamos el de la amistad porque a veces tardábamos 9 horas en llegar, no me quedaba otra que hablar con el pasajero de al lado. Antes el desconocido del tren te contaba su vida y decías esto da para una novela. Era cuando la gente charlaba sin pantallas con contacto puro y sencillo.En cierto modo esta novela quiere volver a esa literatura de contar historias.

-¿A qué se debe esa doble vida de Yago Capablanca? Entiendo que un ingeniero no necesita otro empleo y menos en Arabia Saudí…

-Quien va a instalarse a Riad como profesional europeo lo hace para hacer caja. Pero el estado anímico de Yago no era bueno y aceptó la oportunidad laboral de sacar el máximo rédito a él mismo, lo que hizo fue optimizarse. Luego está su pulsión sexual, fantasías y su fascinación con universo femenino que se encontró. Pero a todo esto le llevó cierta amoral de la que procedía y no es otra que la propia de la sociedad occidental.

-¿Sufría Yago una crisis de identidad?

-Yago ya llegó con una crisis de identidad. La propia de un joven de 30 años que anda dando tumbos por el mundo trabajando como ingeniero consultor y procede de una sociedad donde te exigen que rindas al máximo y luego ve esa vida de Riad sencilla. Un regreso a los orígenes le cautivó. Lo que hizo no fue perderse, sino encontrarse en Riad.

-¿Qué tuvo que ver la crisis económica en la vida del protagonista?

-Es verdad que fue en los años 2008-2009, los más acuciantes de la crisis, pero él venía más de sufrir precariedad. No fue de los más tocados al ser ingeniero, él lo que no conseguía era afincarse en España. Lo que ocurrió es que le llevó al encuentro de otros ingenieros en Riad que sí que huían de la crisis.

-O sea que algunos compañeros sí que abandonaron España en busca de posibilidades.

-Exacto, él sí que se encontró el discurso, incluso en otros sectores como la medicina, que sí que huían de la situación en España. Entre ellos, Felipe, un ingeniero extremeño.

-El empoderamiento femenino también juega un papel importante en la novela.

-Sí. Yago siente una gran fascinación por el universo femenino. Conoce a mujeres muy poderosas a las que se le da mucho protagonismo en la novela. Además del contraste con la situación de la propia mujer en los países árabes y al final a la conclusión que se llega es que realmente nos estamos perdiendo la posibilidad de una gestión mucho más completa del mundo por no darle más margen a la mujer. La novela es un guiño a esa necesidad de un empoderamiento de la mujer.

-Es una historia sin pelos en la lengua, sin filtros…

-En muy pocas novelas se encuetnra una radiografía del alma masculina tan descarnada y sin pelos en la lengua como en esta. Yago te cuenta como ser humano y como hombre sus flaquezas y sus frustaciones, pero también sus anhelos. No creo que haya un tono tan confesional y tan honesto en la literatura de los últimos 15 años. Al final, Iván y yo dijimos esta historia es para contarla, escribirla desde las entrañas y desde el corazón. Escribir juntos nos ha envalentonado. Detrás de Yago se encuentra el alma de tres personas. Además, había una complicidad generacional con el ingeniero.

-Por último, ¿qué reivindicación esconde esta novela?

-Se centra en el tipo de vida de la sociedad occidental, a veces nos creemos que somos la referencia y aunque debería serlo, Europa a veces está tan desnortada… Precisamente desde nuestro prisma criticamos otras formas de entender la vida que a día de hoy podrían ser superiores a la nuestra. Es evidenciar eso. Hay un discurso que está en la novela, que para mí es una referencia, que es el cuento de Hans Christian Andersen de El traje nuevo del emperador. Lo que queríamos, en cierto modo, es denunciar que en nuestra sociedad, con tanto ‘buenrollismo’, le estamos diciendo al emperador que lleva un traje magnífico y lo que en el fondo reivindica la novela es decir en voz alta y sin complejos es que el emperador está totalmente desnudo.