NACIÓ EN: SABADELL (BARCELONA), 1960

FORMACIÓN: DOCTORADO EN GEOLOGIA Y PREHISTORIA POR EL MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE PARIS.

OTROS PROYECTOS: PARTICIPA EN EL PROYECTO DE ATAPUERCA (EN BURGOS) Y COORDINA OTRO DE CONSERVACION DE LAS RUINAS INCAS DE MACHU-PICHU (PERU).

Desde el pasado 15 de marzo, Antoni Canals y su equipo rastrean por séptimo año en los orígenes de Cáceres. A ciegas, aunque con ciudados propios de cualquier pieza de arte, indagan en cómo vivían los primeros pobladores del Calerizo, mientras preparan la Feria de la Prehistoria (del 22 al 26 de marzo).

--Es la séptima temporada de excavaciones ¿En qué momento arqueológico estamos?

--En los albores de los trabajos previstos. La arqueología es difícil, y en el caso de Maltravieso aún más porque trabajamos en un medio hostil con condiciones de humedad adversas. Para preservar el medio no podemos hacer actuaciones normales, como sería coger un pico y una pala, porque eso genera polvo que se deposita y daña la cavidad. Hemos modificado nuestra forma de trabajar para adaptarla a Maltravieso y eso retrasa el rendimiento.

--¿Cómo surge el proyecto?

--En 1999, mi compañero Eudald Carbonell inició un trabajo de arqueología fluvial en la zona de Malpartida. Allí nos hablan de las cuevas de Cáceres y las visitamos porque sabemos que podrían contener restos humanos y animales. Al ver el potencial que tenían decidimos intervenir en Maltravieso, Santa Ana y el Conejar, donde no se estaban realizando trabajos.

--Y entonces vieron...

--Lo primero mucha suciedad. Había restos en Maltravieso desde 1951, cuando se descubrió. Tras limpiar tomamos muestras en la Sala de los Huesos que nos remontaron a hace 130.000 años.

--Pero ahora sabemos más.

--Las siete campañas nos han puesto ante el hecho de la gran actividad arqueológica del Calerizo y la gran cantidad de especies que hay en él. Hemos visto que había grandes grupos humanos que se movían por esta zona. Además empezamos a tener datos de la evolución de la vegetación de la zona, y empezamos a abrir nuevos yacimientos, como el de Mejostilla, en el que queremos empezar a intervenir en septiembre. Sabemos que los del Calerizo no eran yacimientos aislados.

--¿La situación de abandono puede haber dañado el interior?

--El abandono ha dañado el interior. Ha producido un descontrol sobre las entradas y cómo se entra en la cavidad. Ahora sabemos que solo podemos entrar con determinados tipos de luces que no generen calor. Antes se entraba con iluminaciones con carburos y otros sistemas que cambiaron el ecosistema interno y han afectado a las pinturas. Nosotros no somos agresores del medio, porque además estamos controlando todo el proceso.

--¿El exceso de celo puede ser contraproducente?

--No, el exceso de celo es un buen motor que hay que aprovechar para que se hagan cosas. Compartimos al afán de la Junta por proteger las pinturas de la sala de la Chimenea. Y aunque no haya un programa de intervención en las pinturas, somos científicos, y ya pusimos en marcha nuestro propio programa de intervención de la cueva que tiene en cuenta estas pinturas. Es algo normal. Por eso deseamos que desde la Junta se tomen soluciones cuanto antes y que el programa tenga continuidad en esa sala, porque así era el proyecto original. Tememos que la restricción del acceso a la sala de la Chimenea se dilate.

--¿A qué distancia estamos de que la cueva pueda llegar a ser visitable en algún momento?

--No es un objetivo inmediato. Es emocionante, pero Maltravieso tiene demasiados problemas de conservación por resolver para continuar el trabajo, proteger las pinturas y, si es posible, establecer visitas. Eso deberá hacerlo la comisión de expertos de la Junta.

--¿Qué hace especial a Maltravieso?

--La complejidad. No se puede cuantificar lo que queda por extraer, no pueden entrar máquinas y no podemos hacer sondeos como en otras excavaciones. Vamos a ciegas. No sabemos si donde estamos excavando tenemos restos en 10 metros de profundidad o 30.

--¿Y no pueden servirse de la tecnología?

--Vamos a colaborar con un laboratorio de geofísica para ver si las técnicas modernas de gravimetría permiten hacer radiografías del interior mediante sensores. Igual que se hace en minería para determinar la profundidad de los estratos.

--Aún hoy, es un yacimiento desconocido.

--Maltravieso es el conocido desconocido. Saben que existe, pero algunos no sabe dónde está y otros que saben donde está y que de pequeños jugaban ahí no saben qué esconde. Pero es verdad que nadie conoce lo que el yacimiento es en realidad, salvo las pinturas, que en realidad fue el descubrimiento que permitió conservar la cueva y que no avanzara la cantera que la sacó a la luz.

--¿Lo importante son las piezas aún enterradas?

--A todos nos gusta encontrar una pieza bien conservada. Pero en la arqueología de hoy se actúa sobre el conjunto, buscando las relaciones de los objetos con el espacio interior.

--¿Recuerda la primera pieza que extrajo en una excavación?

--Claro que sí. Fue en una excavación de un poblado Ibérico, cerca de Barcelona. La primera pieza que saqué era una olla perteneciente a un enterramiento ceremonial de fundación de una caza. En ese momento no entendí nada, pero me emocionó mucho. Y siempre se crea un vinculo emocional con las piezas que sacamos.

--¿La arqueología es más una pasión que una profesión?

--Prevalece en la sociedad el mito romántico que ve a al arqueólogo como ese explorador que va por el mundo buscando antigüedades. No es para nada así. El arqueólogo es un científico, un químico, un trabajador.

--En su ´ranking´ profesional, ¿dónde está Maltravieso?

--Es el proyecto al que más energía dedico, porque es el que más necesita para consolidarse.