"En este barrio se vive muy bien pero nos tienen un poco abandonados, necesitamos más centros de ocio, parques para los niños y vigilancia policial para evitar la venta de droga", explica Antonio Molina, un vecino que lleva doce años en el barrio. Pertenece a la etnia gitana y no le gusta hablar de integración porque, dice, su raza está ya bien integrada en la sociedad.

"El problema de la integración no es de los gitanos, sino de los payos. Son ellos los que muchas veces ponen trabas a la hora de estar con nosotros", dijo Molina. Se refiere, por ejemplo a la búsqueda de empleo, que para él es mucho más complicada para los gitanos: "no se nos facilita el trabajo. Siempre nos lo ponen más difícil por ser gitano. A mí más de una vez me han denegado un puesto de trabajo por ser gitano y eso no se puede consentir. Tiene que cambiar la sociedad paya y facilitarnos las oportunidades", insistió Antonio Molina.

Se dedica a la venta ambulante y tiene tres hijos de 21, 18 y 13 años. A ellos les ha enseñado siempre que lo más importante para labrarse un futuro es estudiar e ir al colegio. "Siempre podrán dedicarse si quieren a la venta ambulante, pero me gustaría que tuvieran un trabajo con una nómina a final de mes. Para ello tienen que estudiar".