FORMACION LICENCIADO EN FILOLOGIA HISPANICA, EN LA ACTUALIDAD ES PROFESOR EN LA UNIVERSIDAD DE ALMERIA. HA TRABAJADO TAMBIEN EN OTRAS EN NUEVA YORK Y AMSTERDAM.

TRAYECTORIA HA PUBLICADO OBRAS COMO 'RECONSTUCCION' Y 'UN MOMENTO DE DESCANSO'.

Exponente de la generación de los 60, Antonio Orejudo pasó por Cáceres para transmitir a los alumnos del instituto Hernández Pacheco su pasión por la lectura. Estas son sus reflexiones de autor.

--¿Le une algún vínculo sentimental a Extremadura?

--Mi padre es de Badajoz, aunque he venido poco. El viaje desde Almería, donde vivo, ya es placentero. Venir en tren desde Madrid merece la pena, con esos paisajes que se pueden ver de Monfragüe.

--¿Qué le aporta esta experiencia con alumnos de instituto?

--Es el único acto que merece la pena hacer, parecido a una labor apostolado, a repartir la buena nueva literaria porque nos quedamos sin lectores. Por mis hijos y por mis alumnos veo que va a haber con dificultad una generación de lectores que reemplace a la nuestra. Vengo a sembrar una semilla para que los chicos que están tan alejados de la literatura se acerquen a los libros con una actitud menos reticente.

--¿Los nuevos soportes pueden ayudar a conseguirlo?

--En la medida que las patatas fritas de bolsa pueden ayudar a hacer grandes gastrónomos. Quizás alguien que sea un friki de las maquinitas le haga gracia leer un libro o luego otro, pero luego la maquinita perderá novedad y lo que tiene que haber debajo es algo de sustancia. El soporte es lo de menos. Han cambiado mucho. Antes eran papiros y ahora son libros. Lo importante es lo que hay dentro. Leer, ahora se lee más que nunca. Facebook, Twitter, correos electrónicos... pero ése no es el tipo de lectura que hay que promocionar, sino la ficción, que es un elemento muy importante para comprender la realidad.

--¿Acabará lo electrónico con el formato tradicional de libro?

--No soy nada enemigo de lo primero. Cuando me voy de viaje y quiero echar unos cuantos libros en la maleta me doy cuenta de que no me caben los calzoncillos. Un libro electrónico me permite llevar miles de libros en un espacio minúsculo. Le veo ventajas. No creo que el problema radique en la tecnología sino en que la lectura, que una vez fue el centro de conocimiento y cada vez está más al margen. En el siglo XIX uno solo podía irse a su casa y ponerse con un libro frente a la chimenea. Ahora tenemos televisión, Facebook, vídeojuegos, ordenadores... Hay mucha competición y además hay una cultura, y eso no es una cuestión de España ni de Extremadura, donde a la gente ni a los jóvenes les gusta esforzarse y leer requiere un cierto esfuerzo.

--¿Por qué cree que se ha llegado a esta situación?

--En realidad es un cúmulo de circunstancias. Antes la lectura era la reina del ocio y ahora tienes muchísimas cosas para hacer un fin de semana. Ese es un motivo evidente y otro, no menos importante, la mala prensa que tiene actualmente el esfuerzo. Cualquier cosa que requiera una participación activa ya molesta. Una canción se escucha y una película se puede ver tumbados en el sofá, pero a los jóvenes les cuesta entender que un libro sirva para algo. Sin embargo, sí que entienden muy bien que haciendo abdominales puedan tener tableta.