TEtl 8 de mayo de 1919 en Londres el soldado australiano que defendió al ejército británico en la Primera Guerra Mundial, Edward George , establece que el día 11 de noviembre a las 11.00 de la mañana se guardasen dos minutos de silencio, conmemorando a los fallecidos durante el conflicto.

Esta manifestación de duelo, de luto y de dolor, la hemos tenido muy presente en los medios últimamente. En principio, parece que tan sólo es un gesto simbólico que sirve para mostrar respeto, afecto, consideración- Pero realmente, en el silencio se encuentra la clave hacia algo poderoso, lo tengo comprobado. Guardar silencio es callar la mente, dejarla en silencio, no pensar, tan solo ser.

Al principio no resulta tan sencillo, pero poco a poco se consigue y con ello adquirimos consciencia, poner los pies en la tierra. También se consigue mejorar nuestro autocontrol, ser más fuertes, alcanzando de forma pacífica nuestros objetivos. Es un ejercicio intelectual.

Guardar silencio, meditar, es como ir al gimnasio a entrenar la mente. La concentración se hace más fácil, así podemos dominar y ser dueños de nuestra atención y seleccionar qué intereses requieren de nuestra focalización. Es la mejor manera de combatir al estrés, las presiones, las tensiones y demás que tenemos que afrontar a lo largo de nuestras vidas.

No sé hasta que punto nuestra cultura está familiarizada con este tipo de prácticas, pero estoy tan seguro que si esa persona en Villafranca tuviese este hábito asumido en su cotidianeidad, tendría bajo control sus sentimiento de ira, odio, rencor; y demás enfermedades mentales que derivan en catastróficos desastres. Investiguen como guardar un minuto de silencio verdadero, descubran que tesoros se esconden en las profundidades de sus mentes, y sobre todo que las iras y odios se diluyan y se pierdan en el olvido, en el infinito.