Los horteras invaden la ciudad un vez al año. Cardados imposibles, táctel, homenajes a Locomía y riñoneras para aburrir campan a sus anchas en El Vivero. Por un día no hay límite a lo excéntrico ni al chándal de fondo de armario. Horteralia alardeó ayer de encantos y de purpurina por octava ocasión. Al igual que en la edición anterior, el pabellón Teodoro Casado fue el lugar elegido para recibir a los más de 2.500 admiradores del festival que se encargaron de llenar un pabellón que se queda pequeño para tanto mal conjuntado. Rozaban las cuatro de la tarde y el aforo ya superaba la mesa de sonido. Solo habían transcurrido dos de las doce horas de música y la venta en taquilla ya desbordaba el ‘sold out’.

Karina fue la encargada de abrir edición respaldada por su legión de fans, ataviados para la ocasión. La cantante yeyé dedicó el pregón e interpretó su mítico ‘baúl de los recuerdos’. Mientras tanto, los madrugadores se sirvieron sus tapas de cocido. Los Carnical Brothers y su mezclas imposibles -entre ellas Extremoduro-, la sesión de Las Despechadas, apodadas las Sonia y Selena de Teruel continuaron la fiesta hasta media tarde.

Ladilla Rusa inauguró el escenario para los directos. El grupo recién nacido para liderar la nueva ola de electroclash hizo corear su homenaje a Macaulay Culkin a los millares de ‘hortefans’ que estaban congregados. Papa Topo, Olé olé, un pingüino en mi ascensor y Ku Minerva completaban el cartel a lo largo de la noche.

La jornada también deparó sorpresas como el himno oficial del festival que ha compuesto Leonardo Dantés. El homenaje a Chiquito de la Calzada, humorista fallecido hace unas semanas puso la nota melancólica al festival que cuenta con mayor respuesta cada año. Habrá que buscar nuevo espacio para acoger a las hordas de lo ‘kitsch’ sin sobresaltos.