La estética de una película, la atmófera, la marca su iluminación. Por eso el director de fotografía desempeña un papel tan importante en el resultado final de una cinta, aunque su paseo por la alfombra roja resulte menos luminoso que el de directores y actores.

Manuel Velasco (Valladolid, 1941) sabe mucho de eso, de iluminación y de cine. No en vano lleva trabajando en ello desde 1960 y lo ha hecho con algunos de los directores más reputados (Mario Camus, José Luis Garci, Juan Antonio Bardem, Carlos Saura o Imanol Uribe, entre otros) y en películas imprescindibles como Los Santos Inocentes o La colmena o series de televisión como Curro Jiménez o Cuéntame .

Desde ayer, transmite sus conocimientos de la profesión a diez alumnos del taller de dirección de fotografía que ha organizado el Festival de Cine Solidario Español. Se trata de lecciones básicas de iluminación, aunque en su opinión "de quien hay que aprender es de los pintores, porque en la pintura es donde están las mejores lecciones de iluminación". También reconoce que lo que no se aprende en clase es el "gusto y la sensibilidad".

Velasco no tiene premios --él se enorgullece del Goya de su hija, Manuela Velasco, mejor actriz revelación en 2008 por Rec --, ni sueña con ellos porque dice que prefiere "la peana". Explica: "Lo que se sueña, aunque sea poco romántico, es quedar bien para que te vuelvan a llamar".

A pesar de que lo suyo son los focos, su lugar está siempre detrás de ellos. Es lo que tiene la profesión. "Los técnicos de una película somos los últimos en contratar y los primeros en despedir, pero somos los que más poder tenemos".

No es su primer viaje a Extremadura. El primero lo hizo con Mario Camus para rodar Los Santos Inocentes , en entornos de Alburquerque. De aquella primera visita tiene muy buenos recuerdos. "Al principio fue muy duro. Veníamos buscando el sol, la sequía extremeña y se pasó ocho semanas lloviendo. Eso obligó a cambiar la estética de la película por la luz y fue todo un acierto". También recuerda que al equipo de rodaje se le trató "muy bien" y una graciosa escena que Alfredo Landa tuvo que rodar casi sentado sobre un puro encendido porque se le olvidó antes de empezar.

Su veteranía acumula montones de anécdotas como esta pero sobre todo conocimientos. Los alumnos del taller lo comprobaron. Algunos, como José Antonio Delgado y Javier Barriga, profesores a su vez en institutos, confían en poder trasladar su aprendizaje a su propia actividad docente. Otros, como el cámara de televisión Fran García, aprovechan para asimilar nuevos enfoques.