Para Juan Antonio Aponte, licenciado en Historia y con master en Educación, el sistema educativo actual presenta algunas imperfecciones. Los profesores, dice, se ven muy limitados por las programaciones de las asignaturas. Pensó entonces en crear una actividad extraescolar para que niños y adolescentes desarrollen paralelamente sus habilidades intelectuales y emocionales. Y de esa idea nació el Centro de Aprendizaje Brumiel. «Es algo complementario a la escuela, no sustitutivo. Pretendo que los chavales progresen en esas competencias», cuenta a este periódico.

Para ello, en su centro, situado en Gil Cordero, trabaja con metodologías distintas e innovadoras. Juan Antonio las nombra y las explica. «En la escuela, algunos alumnos desarrollan habilidades diferentes. Lo normal es que algunos sean buenos en unas cosas y otros en otra. Yo creo que lo que hay que potenciar es lo que al chaval se le da mejor». A esto se le llama Inteligencias Múltiples. También cita otras. «El neuro-aprendizaje, la ciencia que estudia el comportamiento del cerebro, ha demostrado que mientras más dopamina segrega el cerebro, más motivado estará el alumno. Por eso hay que conseguir que el niño tenga curiosidad. Así se aprende mejor que cuando estudias los apuntes, los expulsas y a la semana ya no te acuerdas de nada», manifiesta.

Así mismo, prosigue, es vital el aprendizaje basado en proyectos. Para ello, es necesario integrar el trabajo en grupos, forma de proceder que ha adoptado Juan Antonio para su nuevo centro educativo. «Resulta necesario contar con, al menos, tres niños por grupo», afirma. Brumiel echa a andar este año y su creador espera que estos nuevos métodos sirvan para atraer a los alumnos. «Es algo nuevo y la gente, al principio, lo desconocido...».

Cuenta Juan Antonio que estos nuevos métodos educativos están tardando en llegar a la región. De ahí la importancia de implementarlos cuanto antes. «Los niños de hoy se van a enfrentar en el futuro a un mercado laboral más complejo y que busca otras cosas diferentes», finaliza.