María Eugenia Domínguez es boliviana y regenta un locutorio en la calle Hermandad desde hace un año y dos meses. Ahora dice que les va bien pero que el inicio fue muy duro.

Decidió instalarse en Cáceres hace cinco años por una amiga, antes de eso estuvo trabajando en la agricultura en Alicante y Castilla la Mancha y dice que en esa época notó el "racismo" de muchas personas pero que en Cáceres siempre la han tratado "con cariño".

Aquí ha nacido su hija y se encuentra totalmente integrada y lo que más le gusta de la ciudad es su "tranquilidad y seguridad" y añade: "en mi país es impensable que una mujer ande sola por la noche y aquí me siento segura y no tengo miedo".

Este es uno de los motivos por los que dice que no piensa en volver a Bolivia. Está convencida de que aquí puede darle "mejor calidad de vida" a su hija "y el trato a los niños es diferente. Se les nota que les quieren, allí son solo uno más".

María Eugenia dice que a ella le ha ido bien y que siempre ha tenido trabajo pero su padre, que es pintor y que también reside en la ciudad, se encuentra desde hace varios meses en paro.

A este respecto señala que "para el hombre inmigrante en esta ciudad es más difícil encontrar trabajo que para la mujer", debido a que ellas encuentran mucho empleo en el servicio doméstico y ellos se emplean fundamentalmente en la construcción, ahora en crisis.