Hace unos días, el pasado 9 de junio, se ha celebrado el Día Internacional de los Archivos, una fecha que desde 2007, se dedica a empoderar el papel de los lugares donde se custodian las fuentes originales que nos sirven para un mejor conocimiento, científico y acreditado, sobre el pasado. La elección de esta fecha no es baladí. El 9 de junio de 1948 se había creado el Consejo Internacional de Archivos bajo los auspicios de la Unesco. Se pretendía salvaguardar el patrimonio documental, para que fuese protegido de la destrucción y el abandono, como había ocurrido durante la II Guerra Mundial, el gran conflicto bélico que había afectado a casi toda Europa.

Este año de 2020, ha sido diferente en lo relativo a conmemorar el día de los archivos. En otras ediciones se han realizado jornadas de puertas abiertas, para que los ciudadanos de cualquier condición puedan conocer dónde y cómo se conservan los documentos que nos acercan al pasado. Otras veces se han sacado a la luz viejos diplomas que han sido testigos y son fedatarios de tiempos pasados. En todo momento hemos propiciado el conocimiento y el acceso democrático a esta parte de nuestro patrimonio artístico y cultural, sin duda el más frágil y el que más ha sufrido en tiempos de catástrofes y calamidades.

Por ello, este año correspondía cumplir con la cuarentena que nos ha tocado vivir, sin olvidar la importante aportación que desde los archivos se ha realizado, como difusores de lo que podemos denominar «cultura pandémica». Han sido muchos los archivos que han divulgado, a través de todos los canales posibles, cómo se enfrentaron nuestros antepasados a crisis de subsistencia, conflictos bélicos o pestes. Se han rescatado términos del pasado como peste bubónica, cuarentena, tifus, cólera o gripe del 18, para incorporarlos a esta nueva situación y hemos aportado las soluciones y los medios que hace siglos se utilizaban cuando se producía una epidemia de carácter infecto-contagioso.

Han sido muchos los archivos que han actuado para que esta pandemia del siglo XXI no sea olvidada en el futuro. La recopilación de imágenes y documentos de todo tipo, nos servirán para que los investigadores en siglos venideros encuentren la información necesaria, para contar como fue la resistencia ante esta epidemia que aún estamos sufriendo. Para ello siempre quedaran los archivos, esos lugares donde habita la memoria de los pueblos.