Los trabajos de la policía científica volvieron a retrasar ayer la vuelta de las familias que residen en el edificio 19 de la avenida Virgen de la Montaña, que la madrugada del lunes pasado sufrió una explosión de gas propano que causó la muerte del odontólogo Germán Rodríguez Prieto. Desde entonces el acceso al inmueble está restringido y los afectados solo pueden entrar para coger ropa o enseres personales acompañados por agentes de la Policía Local. Y permanecen precintadas seis viviendas (las letras H e I de la tercera, la cuarta y la quinta planta) y dos salas y una escalera de los Multicines Cáceres.

La clave para que las familias puedan regresar está en un muro que se vio afectado por la explosión y que está ubicado en una zona común junto al piso en el que se originó. Tiene peligro de derrumbe, por lo que el ayuntamiento ha ordenado su derribo. Cuando esto se lleve a cabo, se apuntalará el piso siniestrado y los vecinos cuyas casas no estén precintadas podrán volver. Lo harán de forma escalonada y una vez que se compruebe que las viviendas no tienen ningún problema importante de seguridad.

NO SE TIRÓ / El muro iba a ser derribado el miércoles pero se retrasó a ayer. Finalmente se tomó la decisión de no llevar a cabo este trabajo y se ha optado por apuntalarlo por seguridad. El motivo no es otro que la presencia de la policía científica, que todavía se encuentra en el edificio para recabar pruebas que ayuden a esclarecer qué fue lo que ocurrió. Su trabajo se centra en el piso en el que se originó la virulenta deflagración y el posterior incendio, en la letra H del cuarto piso.

El muro no puede moverse del patio interior en el que se encuentra para no distorsionar la escena en la que sucedieron los hechos. Parece ser que si se derriba podrían caer cascotes o escombros en el piso siniestrado. La investigación para la científica está siendo complicada debido a la cantidad de escombros que hay en el piso siniestrado, pero intentan acelarar al máximo los trabajos para no entorpecer el regreso de los vecinos afectados. El objetivo es probar si la explosión fue fortuita o intencionada.

Ayer los técnicos municipales de urbanismo, el presidente de la comunidad, José Ignacio Calvo, el administrador, Manuel Moreas y el arquitecto que han contratado los vecinos, José Luis Pedrera, mantuvieron una reunión en el ayuntamiento para acordar los pasos a seguir a partir de ahora. Lo primero será esperar a que se derribe el muro y después habrá que comprobar que las instalaciones de luz, gas y agua del edificio están en correcto estado. Ahora mismo el inmueble carece de estos servicios básicos, que se cortaron el día de la explosión.

la INSPECCIÓN / El arquitecto contratado por la comunidad de vecinos realizó el pasado miércoles una pequeña inspección del edificio. Su trabajo se centra en evaluar su situación y comprobar si tiene o no daños estructurales. «De momento no se sabe si hay problemas estructurales porque casi no he podido hacer nada. Hasta ahora está restringida la entrada porque está la policía», indicó José Luis Pedrera tras la reunión mantenida ayer.

Los técnicos municipales informaron a los propietarios del inmueble que, «una vez finalicen los trabajos que garanticen la seguridad del edificio (retirada del muro y apuntalamiento), el consistorio dará por finalizadas las actuaciones de emergencia y seguridad, pasando los técnicos municipales a una labor de supervisión de las actuaciones que deberán acometer desde la propiedad», señala el consistorio.

Del derribo de este muro depende también la seguridad de los cines, ya que, al tirarlo, este podría caer sobre el techo de los mismos y podría causar daños. No obstante los Multicines permanecen abiertos a pesar de que tienen dos salas precintadas.

Por otro lado, durante esta semana se han retirado tambiénlos escombros que provocó la explosión, a excepción de los que se encuentran en el piso siniestrado para no entorpecer la investigación que lleva a cabo la policía científica. Para ello se ha instalado una grúa en la calle Fernando Bravo (traseras de los Multicines), que permanece cerrada al tráfico desde el pasado lunes. El estruendo se dejó notar a más de 200 metros de distancia y rompió cristales y azulejos de viviendas ubicadas en la plaza de Colón.